Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

jueves, 9 de febrero de 2012

Primeras referencias sobre Carlos Fenoll

La primeras referencias de Carlos son de Manuel Molina de 1946 en Verbo "Espiritu de carne de un poeta: Carlos Fenoll". Aunque la más divulgada quizás sea la de Vicente Ramos en 1965. Es la de Vicente Ramos en Literatura Alicantina, Premio Azorín de literatura de la Excma. Diputación de Alicnate. Alfaguara. Madrid. Barcelona. pp. 266-271. En el apartado "Escuela de orihuela":



3.-Carlos Fenoll Felices (Orihuela, 1912) Carlos Fenoll, lírico por naturaleza, pertenece a la misma estirpe poética de Miguel Hernández. De origen familiar muy humilde, Fenoll tuvo por escuela de primeras letras las calles oriolanas, mientras iba de casa en casa repartiendo el pan de su horno. «Los nombres de los comercios —nos ha dicho Molina— que encontraba a su paso fueron su abecedario y los transeúntes sus improvisados maestros. Unos le indicaban las consonantes; otros, las vocales, y el de más allá, la unión, la sílaba, de donde nacería la palabra, las palabras leídas que él iba reteniendo con tenacidad de artesano». Y con ternura amorosa —añadimos—, porque la palabra era, para él, algo más que un conocimiento: era el cáliz expresivo de unos sentimientos que brotaban de su corazón.

En su adolescencia, ducho en lecturas y algo práctico ya en la dulce forja del verso, el poeta-panadero y su tahona se transformó en núcleo y morada de una tertulia histórica: la de la Generación oriolana de 1930. Allí, Ramón Sijé —atraído amorosamente hacia Josefina, hermana de Carlos—, Miguel Hernández, Gabriel Sijé, Manuel Molina, Jesús Poveda, Efrén y Carlos Fenoll... Amistad, lecturas, ilusiones... «Carlos Fenoll —testimonia Molina— es un amigo generoso y reparte sus libros, su pan y aceite y hasta su dinero con todos. Se trabaja en la panadería de Carlos, se habla, se comentan libros, se recita, se representa teatro en serio y en broma. Se sueña ya con levantarle un trono al Visenterre».

Con tales antecedentes, bien se puede colegir sin miedo alguno que la dirección poética que había de seguir el lírico-panadero iba a ser sustancialmente la misma que la del poeta-pastor y, en general, la estética de todo el grupo, que, por aquel entonces, cifrábase en la poesía realista popular, el modernismo y Gabriel Miró. Y, al igual que Ramón Sijé o que Hernández, Fenoll también nos ha dejado en verso su admirativo amor al autor de El Obispo leproso, vivo «en el sitio recóndito del alma que el recuerdo apetece».

Pero Carlos cayó también en el vértigo y furiosa precipitación de los tiempos. El fallecimiento de Ramón Sijé, primero; la guerra civil, a continuación, y la muerte de Miguel Hernández, por término, señalan una dolorosa ruta, recorrida con estupefacción, amargura y luto en el alma. A partir de 1942, Carlos Fenoll deja de ser el poeta primaveral, rico de júbilo y alegría. De donde, la trayectoria lírica de este finísimo, exquisito escritor olecense ha ido desde lo rural y pintoresco, costumbrista casi, a lo grave y hondo de la infinita nostalgia.

Sus primeros versos quedaron engarzados en el aire o en las flores de los balcones. Eran, al decir de Molina, «poemas pletóricos de humanidad y de vida». De los años creadores de la tertulia en la tahona, conservamos algunas composiciones, llenas de gracia juvenil :

¡Salve, primavera de mis sueños de oro
que arrancas de mi pecho el clave sonoro
de una prolongada y lírica canción!



(Este trabajo fenoliano de Vicente Ramos, es el origen de otras publicaiones de este autor de "Miguel Herández" Gredo, 1973. "El poeta Carlos Fenoll, Instituto de Estudios Alicantnos, nº 12, mayo 1974, pp 61-72. "Miguel Hernández, en Alicante" Colección Ifach, 1976. En el epílogo de "Canto encadena" IEA, 1978, pp 87-99), que es el mismo de 1974.