Poema de Carlos en una carta a Manuel Molina de junio del 68.
Donde el poeta reconoce que se ha quedado "estancado en la cuneta literaria", se sabe averiado y que está atascado, y sin embargo le ilusiona intentarlo de nuevo, la correspondencia mantenida con Molina durante unos 25 años, es siempre un propósito de enmienda, un querer pero no poder. Aquí unas reflexiones sobre lo que retumba en sus oídos, en su subconsciente. Contiene un gran fuera expresiva, y que cuando Carlos es él mismo su poesía es sublime, leamos.
[Poema desesperado]
Escribe, Carlos, sobre tu propio desaliento.
Escribe, escribe, escribe... Te acecha la locura.
Escribe hasta en las piedras, en el agua y el viento
y olvida lo que no amas del mundo en la escritura.
Peligro del silencio, de ese negro gusano
que tiñe todo intento de obrar con su negrura;
del silencio sin nombre, del silencio inhumano
que nos hace sentirnos desierto y sepultura.
A estas dos cuartetos le falta los dos tercetos para rematar la faena, nunca mejor dicho en la terminología taurina de un Fenoll aficionado a los toros.