Es necesario en este centenario (1912-2012) recopilar la obra dispersa del inmortal poeta oriolano, como así cuantos artículos, reseñas, oponiones y comentarios se han publicado sobre él. Esta es ocasión única para recoger inéditos. Y reclamar la publicación de sus Obras Completas. Somos fenollianos. Portal dirigido por Ramón Fernández Palmeral.
jueves, 23 de febrero de 2012
Las afición taurina de Carlos
(Obras del pintor oriolano Guillermo Bellod. Colección J.Juis Zerón)
La fiesta de los toros en Orihuela eran todo un acontecimiento público. La afición a los todos tanto de Carlos como de Miguel son evidentes, he hecho, como ya hemos dicho en ortos artículos, Miguel le envió a Carlos una fotografía del torero Lagartijo (Carta desde Madrid de 12 de junio de 1936). Tomamos un fragmento del artículo de José María Balscells para documentarlo como aproximación:
"Estamos aludiendo a sucedidos como el de que aquel muchacho, que pudo soñar con vestirse de luces, llegó «un día a tirarse en plena corrida como aficionado, por lo que fue metido en el retén, pasando allí alguna noche, siendo liberado por su pa¬dre, previo pago de una multa» (Martínez Marín, 1995: 16). ¿Un día? Más de uno y puede que más de dos entre 1926 y 1927, a no ser que el contenido de la siguiente cita, refiriéndose a él, sea incierto:
Cuando apenas tendría catorce o quince años, quiso ser torero, y acudía a las corridas de toros que se daban por las Ferias de Orihuela (y que por aquel entonces se desarrollaban estas con toros y toreros de mucho postín), y no faltaba un espontáneo; este era Carlos, que se arrojaba a aquel ruedo chaqueta en mano... y aca¬baba siendo detenido por las autoridades, como era lógico, y pagando su padre la multa que le aplicaba para ser puesto e liberta (Poveda,1975:69.70)
Una de las ocasiones en las que se ha indicado que se arrojó al ruedo de Orihuela como espontáneo podría haber tenido lugar durante la feria agosteña de 1931, el año de la proclamación de la República. Dice una fuente que «[s]altó de nuevo al ruedo con su chaquetilla, dando unos cuantos pases y, de nuevo, fue conducido al retén municipal por la fuerza pública» (Gelardo, 2007-2008: 13-14).
A pies juntillas no suscribiría íntegramente el contenido de ambas citas, porque hay un elemento que no me cuadra en ellas, el de la chaqueta. A buen seguro le tentó a Carlos Fenoll la idea de ser torero. Seguro también que se tiraría como espontáneo varias veces, y que lo llevaron al cuartelillo otras tantas. Hasta ahí estoy dispuesto a llegar, porque lo de que se arrojaba al albero en el transcurso de una novillada con picadores o de una corrida de toros ya parece más inasumible si su único engaño era dicha prenda de vestir, cuando ya resultaba bien cuesta arriba, para los profesionales, torear con la provisión técnica de capotes y muletas. Y conste que no estoy negando que echase mano de su chaqueta como espontáneo, sino que no se me alcanza que lo hiciese en un festejo mayor de la feria, y menos habitualmente.
Si se me hubiera dicho que saltó del tendido a la arena en espectáculos meno¬res, no pondría la más mínima objeción, porque apuesto que eso fue lo que hizo, tirarse al ruedo en festivales, en becerradas, en sueltas de vaquillas, en capeas. Y es que para demostrar la taurofilia fenolliana no hace falta urdir cándidamente hazañas taurinas inverosímiles por hiperbólicas. Por eso me parece de recibo el párrafo que copiaré a continuación, y que avala la mi- litancia taurina del panadero (Ruiz Cases, 1995: s.p.):
Varios son los testimonios alusivos a ¡a afición taurina de Carlos Fenoll. Yo los he recogido de contemporáneos suyos, algunos aún vivos o recientemente fallecidos. El -picador Rafael Tafalla, Remache, recuerda las idas a Callosa a "tirarnos ala vaca. Carlos, el Delfín, era el -primero en lanzarse. A mí me dejaba montar el borrico moruno, sabiendo de mi afición a picar". El banderillero Manuel Vicente, Pepiso, me comentaba lances en la vaca de Benferri, y aún hoy; entre otros, el empresario Manuel Valle me da fe de las capeas en las que con otros amigos parti¬cipan los dos donde se anunciaban fiestas patronales.
("Miguel Hernández: la forja de una afición taurina", revista "Canelobre" 56, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, José maría Balcells, en lo insertado pp.227-229