Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

jueves, 2 de febrero de 2012

"La barraca vieja", poema bucólico y huertano de Carlos


LA BARRACA VIEJA

I

¡Qué envejecida, qué triste
se encuentra aquella barraca
que con su nivea blancura
mi humilde huerta adornaba!
Ya murió su juventud,
ya le brotaron las canas...
La gente que la habitó
la ha dejado abandonada.
Ya no van junto a su puerta
ni las gallinitas blancas,
las que en los granos de ortiga,
en los del trigo y de granzas,
cual hambrientos pajarillos,
todas a la vez picaban.
Ya no se eleva hacia el cielo
de su chimenea parda
el humo que despedía
y el horizonte adornaba.
;Qué envejecida, qué triste se
encuentra aquella barraca!

II

La ha tornado vieja el tiempo,
que es el que todo lo gasta,
el que todo lo destruye
y lo demuele y lo mata.
Ya se secaron las flores
que la barraca alegraban
y que en la noche extendían
sus fragancias delicadas.
También se secaron todas
las hojillas de su parra
que cual un palio de oro
a su puerta coronaban.
¡Todo se trocó en tristeza
al quedarse abandonada!

III

¡Con qué ilusión yo recuerdo
aquellas noches lejanas
en que celebraban fiestas
a la puerta la barraca
y los mozos y las mozas
al compás de la guitarra
en numerosas parejas
con grande ilusión bailaban;
y el uno ofrecía el vino
en bota de piel de cabra,
mientras con gran reverencia
un segundo la aceptaba,
y hasta hacer correr la bota
entre todos, no paraban!
¡Ay! ¿dónde están esas noches
de interminable algazara,
esas horas de alegría
bajo la dorada parra?
Para siempre ya se fueron
aquellas noches del alma.
¡Qué buena es la juventud!,
ay, y la vejez... ¡qué mala!
¡Qué envejecida, qué triste
se encunetra aquella barraca!


Por Carlos Fenoll. Actualidad, Orihuela, 4 de agosto 1929, nº 96