Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

jueves, 26 de julio de 2012

PRIMEROS VERSOS PARA MAGDA

PRIMEROS VERSOS PARA MAGDA

Corona de los viejos son los hijos de los hijos.
(Proverbio 17-6)



¡Niña, como yo quería!
al fin el buen Dios me ha hecho
el don de hacerte venir
de los huesos de mis huesos.

Que mi edificio de amor
estaba triste, incompleto,
sin una golondrinita
que hiciera el nido en su alero.

Niña y trigueña, y bonita,
de brujos ojitos negros
y manecitas de seda
que imantan la luz del beso:
si está dormida son como
dos florecitas sin viento,
despierta, son mariposas
de un vivo y dulce aleteo.

¡Niña, mi nieta, qué bella
realidad de mi deseo!

Corona viva eres tú,
guapa, de mis años viejos,
luz nueva en mi corazón,
nueva pasión de mis versos.

(Romance inédito y de los últimos de Carlos Fenoll. Dedicado a su nieta Magda Fenoll Llorens, primera nieta, hija de José Antonio)

(Magda en Facebook)

sábado, 21 de julio de 2012

El poeta y escritor Manuel Molina en el Casino de Orihuela


(Archivo de Maruja Varó)

El 18 de abril de 1965, el poeta Manuel Molina Rodríguez estuvo dando un discurso en el Casino de Orihuela. Tal y como podemo ver por numeroso público asistente, Molina fue muy querido en su tierra. A pesar de que vivió en Alicante desde 1935 siempre llevaba en el alma a su "Origüelica del Señor".
Biógrafo de Carlos Fenoll y de Miguel Hernández.
Siempre que su trabajo se le permitía daba frecuentes escapadas a Orihuela, junto a su amigo Vicente Ramos, con el que tuvo un gran amistad desde la guerra civil.

"Un amigo entrañable", por Antonio García-Molina Martínez

Después de la lectura de una emotiva carta del hermano del poeta, por Antonio García-Molina, éste dijo que la presentación del libro de Carlos Fenoll, un poeta oriolano y un amigo entrañable, suponía para él y para todos los que gozaron de su sincera amistad un grato suceso.

Su título. Canto encadenado, es simbólico:
«Cuantas constelaciones de claras hermosuras
rondando por mi mente sin posible destino.»

Por ello, la obra de Carlos Fenoll, son pequeñas estrellas que escaparon, casi milagrosamente, de su alma, y que aparecían distanciadas en el tiempo, en diversas revistas y en un pequeño folleto de la revista Silbo.
Su amistad con el poeta, que comprende toda la vida de éste, se podía dividir en tres períodos:
El primero, el que denomina «un recuerdo lejano»; otro que comprende los últimos siete años de residencia en Orihuela [1940-1047], desde el fin de la guerra civil hasta la muerte de «Gabriel Sijé»; el tercero, la correspondencia con el poeta durante su estancia en Barcelona.

Este último lo recordaba Carlos Fenoll, en una bella carta:
«¡Qué mundo del alma puede encerrar una breve carta! Vividamente han desfilado por mi imaginación todos los momentos que hemos pasado juntos, en compañía de Sijé y solos, en tu casa, en la mía. Junto a vosotros, junto a ti, todo era correcto, sencillo y puro y mi espíritu descansaba. Esta es una impresión imborrable.»

Ha sido una gran pérdida que Carlos Fenoll no nos haya legado su testimonio, de primera mano, sobre Miguel Hernández y sobre «Ramón Sijé», pues nadie mejor que él lo hubiese podido hacer; él fue el testigo más directo, más calificado del nacimiento y desarrollo de dos figuras portentosas de la literatura patria.

El tenía conciencia de que lo debía hacer, y así lo manifestó en diversas ocasiones.
Pero nada se hizo realidad, pues siempre la misma constante de su vida, aquellas «constelaciones de claras hermosuras, rondando por su mente sin posible destino», siempre el canto encadenado, siempre la misma inútil lucha por romper el cerco fatal e inundar el ámbito ansiado, de estrellas, de luz y de armonía.

Antonio García-Molina Martínez.
Revistas Idealidad, nº 12, marzo-abril de 1978

En la publicación no apareció su nombre por error de imprenta. Lo cual debió enfadarle. En el siguiente número apareció una nota aclaratoria:



Archivo de Gaspar Peral Baeza)


El Viernes Santo de 1979, don Antonio García-Molina, tuvo http://www.blogger.com/img/blank.gifel honor de ser Caballero Cubierto Porta-Estandarte en la Porcesión del Santo Entierro de Orihuela:

(Foto de Antonio Luis Galiano Pérez, en su libro "La Orihuela Mágica", 2003)

viernes, 20 de julio de 2012

"Canto encadenado" UN BELLO Y PATÉTICO LIBRO

"Canto encadenado"
UN BELLO Y PATÉTICO LIBRO

Canto encadenado, de Carlos Fenoll, es un bello y patético libro.
Si a Carlos la dedicación a la poesía le costaba lágrimas. Manolo Molina ha dado a los lectores este libro del poeta oriolano también con lágrimas. ¿Cuántas lágrimas interiores habrá vertido Manolo Molina ante estos poemas y antes la figura que se le presentaría y le hablaría de Carlos Fenoll? Y eso que manolo se ha achicado, franciscanamente, para que Carlos creciera. De ahí la impoirtancia de esa fotografía –clave- que surge en las páginas 48-49 del libro. En ella vemos a Manolo Molina, en cuclillas, por debajo de Varlos, caso a los pies de Carlos. Y esa ha sido la postura o posición de Molina en la confección del libro de Fenoll.

Soy un profesor, y mi aportación y mi aportación, aquí y ahora, en estas breves líneas, tendrá ese carácter.
Del libre de Carlos me ha llamado poderosamente la atención el poema central o clava titulado «El canto encadenado».

El tema de dicho poema no es otro que el deseo de cantar, elevarse y dedicarse a la poesía, pero ante este anhelo, Fenoll se ve «encadenado» por las necesidades apremiantes de cada día, por ello exclama que él tiene que cambiar «el oro del cielo por el cobre del mundo material».
De esa forma, deseando vuelos a otros mundos los poéticos, los del ensueño— afirma su encadenamiento a la realidad, y lo afirma fundamentándose en dos motivos, en dos amores: «dos niños corazones/arroyuelos que cantan la misma sangre mía» y «el amor a mi esposa».
Aunque la realidad, a Fenoll, le «robe el sueño, la luz, la primavera», se siente poeta y siente la poesía, de ahí la última estrofa:
«Cantaré entre herramientas de fatiga y quebranto
ya que un fuego inmortal, divino, me lo ordena.»

Observemos esos dos sinceros versos: se inician con un verbo en futuro —«canta¬ré»- que indica una acción futura decidida en el presente, a lo que se puede añadir la entonación versal y, de esa forma, se con¬vierte en una forma resolutiva de mandato.
Por no poder consagrarse a lo suyo —la poesía—:
«habrá un dejo de amargura en mi canto
mientras llore mi alma su pesada cadena.»

Espontáneamente, de este poema de Carlos surgen dos ideas que son una constante dominante para los que sienten la poesía: primera, la poesía es un don; segundo, el mundo material «encadena» ese ansia de vuelo que trae consigo la poesía. De ahí ese vocabulario amargo, ese vocabulario que cae dentro de un campo semántico negativo y oscuro: «ligaduras», «destino imposible», «amarga», «desespera», «duro», «estrangular», «quebranto», «pesada cadena»...

MANUEL RUIZ-FUNES FERNANDEZ.
Revista Idealidad, Alicante, marzo-abril 1978

(Archivo de Gaspar Peral Baeza)

"A la memoria de Carlos Fenoll", por Manuel Molina


(Revista Idealidad II, Época, nº 178, enero 1973)

TEXTO:
Últimas cartas de Carlos Fenoll

Carlos Fenoll Felices nació en Orihuela el día siete de agosto del año 1912, y murió en Barcelona a finales del año 1972. Ya desde niño fue dedicado a la faena familiar, al horno panadero que sus padres poseían en la calle de San Juan, primero, y más tarde, y durante muchos años, en la calle de Arriba. Desde la tahona, Carlos iba, de niño, a repartir la tierna mercancía por el centro de la ciudad, por las calles principales donde se agrupaban los escaparates de tejidos, de comestibles y dé la rica confitería oriolana.

Su fantasía de niño, de adolescente, transfiguraba los cuadros que tenía a la vista, en parcelas del paraíso, en joyas y angelerías, que le hicieron inclinar sus gustos por la belleza y el arte. Por ello, su orfandad escolar -me dijo- la suplió aprendiendo a leer en los letreros comerciales, ayudado por los transeúntes que le facilitaban los nombres las vocales y de las consonantes y de su ayuntamiento verbal.
Muy joven, se arrimó al horno y empezó a cumplir su oficio a la manera de una ceremonia. El naufragio del fuego, el aroma de la tierra campesina, el crepitar de la leña, y su gobierno con la pala-batuta de aquel concierto infernal, le hicieron sentirse héroe de un mar fantástico. No menos atractivo ejerció en él la flor del trigo, la suavidad de la harina blanca, dorada, morena; la masa rebelde, áspera al principio de la labor, luego mansa, dócil, modelada por sus manos de artista. Todo esto fue al prin¬cipio un rito sabroso para su alma incipiente, para su inicial deseo de creación.
Como sus antepasados, como su padre, fue un artesano cabal. Pero, como a su padre también, le picó en la palabra el deseo de la canción, y muy pronto le brotaron los pareados, las cuarte¬tas, con la naturalidad y la sencillez de la gracia misma.
Pronto so dio cuenta Carlos Fenoll que no podía resignarse a ser un simple coplero, un versificador ocasional. La poesía lo reclamaba, le exigía una aten¬ción cada vez, más constante, un estudio profundo, un conocimiento verdadero. Pero a la vez su trabajo se había dupli¬cado, luego multiplicado con la muerte de su padre, con la llegada del amor y del hijo, con las bocas que crecían en su torno. Juvenil entonces, no se dejó vencer, y ya que él no podía acudir a las bibliotecas, a las tertulias, a los amigos, de la mano de su simpatía, lo acarreó todo allí, los juntó en su laboratorio de sudor.
Ya he contado en diversas ocasiones la historia de la tahona de Carlos Fenoll. Allí nació la poesía eterna de Orihuela. Allí se juntaron los panes con las penas de la vida espiritual y de la muerte que no cesa. Y Carlos Fenoll quiso evadirse, borrarse de su nombre y de la poesía, y escapó a Barcelona, como emigrante anónimo, a trabajar en su oficio y olvidarse de todo. Antes había quemado papeles y recuerdos, prometiéndose no escribir nunca más.

La violencia que causó en su espíritu esta decisión ha sido el tormento an¬gustioso de los veinticinco últimos años de su vida. De las cartas que le logré arrancar con mi constancia latosa, transcribo unos párrafos recientes: Previamente he vuelto a leer tu carta fechada el 14 de noviembre, animosa, feliz…, Y la carta-cartón fechada el 30 del mismo mes, en la que, inesperadamente, acusas una gran depresión nerviosa, que, la que te lleva a extremos de despotricar contra ti mismo, cosa que 110 me gusta, que me asusta que te ocurra a ti, pues para depresivo, pesimista, asqueado de sí mismo ya hay bastante conmigo. Eso es usurparme mi infierno mi territorio maldito" (carta del 12-12- 1970).

“…por la sencilla razón de que tome las vacaciones el día 1 y lo he pasado muy distraído y muy a gusto por ahí, y por allá –últimamente por las islas Canarias- en compañía naturalmente de mi Concha.
Tenía verdadera necesidad este año de hacer de hacer las vacaciones cuanto antes, porque me encontraba ya bastante apurado de energías físicas y morales. Las necesitaba como urgente y única medicina. Ahora me encuentro sólo un poco mejor. Para reanimarme del todo hubiera sido preciso que el soplo durase dos meses más, por lo menos. Había demasiada ceniza para aventar” (Carta del 30-06-1971)

En otras cartas anteriores a ésta, me hablaba también de sus estados síquicos-depresivos, de su falta de voluntad, incluso, para escribir una carta, que, por otra parte, le atormentaba no escribir. Era- se adivinaba- una lucha negra entre el deseo y la potencia, entre la luz y la oscuridad.

Contra los fantasmas que abogaban su voz y su vida estuve luchando durante los veinticinco años de su agonía. Durante estos años —desde el 1947 que marchó a Barcelona— puse sus versos en todas revistas literarias en las que interviene, escribí artículos sobre su vida y su obra en la Prensa, y casi siempre fue nombrado en mis charlas literarias. En mis libros sobre Miguel Hernández ocupa el lugar que por derecho le pertenece, y en todo momento le ani¬mé a luchar para salir de su infierno.

Y tanto es así, que en nuestro último encuentro en Barcelona, me dijo: "No voy a tener más remedio que volver a escribir para renovarte el repertorio”. Fue el 20 de octubre del año 1971. Desde entonces va no tuve más noticias suyas. Su muerte ha clausurado definitiva¬mente la edad de oro de la poesía oriolana.

Por Manuel Molina 1973

Nota.-
Archivo de Gaspar Peral Baeza.

jueves, 19 de julio de 2012

En 1979 se presentó en Orihuela el libro "Canto encadenado" de Manuel Molina




ORGANIZADA POR LA SECCION DE FILOLOGIA Y LITERATURA DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ALICANTINOS CON LA COLABORACION DEL INSTITUTO NACIONAL DE ENSEÑANZA MEDIA «GABRIEL

MIRO», DE ORIHUELA ★ ★ ★

PALABRAS PRELIMINARES

Una vez más y con la gran complacencia de siempre, la Sección de Filología y Literatura del Instituto de Estudios Alicantinos viene a la entrañable Orihuela para rendir homenaje a uno de sus hijos. En esta ocasión, se trata de Carlos Fenoll Felices, aquel gran lírico que unas turbias y hasta dramáticas circunstancias vitales oprimieron su libertad creadora hasta casi reducirla al silencio, a un pesado silencio que nos dolía a quienes le quisimos y le admirábamos. Nuestro constante estimulo, nuestra mantenida invitación para que retornara a la actividad poética y nuestra firme promesa de hacer cuanto nos hiera posible en pro de la publicación de un libro suyo, si es verdad que no encontraron su rotunda negativa, tampoco lograron despertar del todo su voluntad.

Y así hasta su muerte que nos llenó a toaos de desolación

Pero, hoy, el Instituto ofrece a todos los oriolanos y a cuantos se interesen por la poesía este libro de Carlos Fenoll, que, bajo el simbólico título de Canto encadenado, recoge poemas y testimonios fidedignos —algunos, estremecedores— de su profunda y compleja personalidad humana y literaria, junto a escritos y comentarios de amigos e investigadores.

Esta difícil y meritísima obra compiladora, esta edición de Canto encadenado se debe a la amorosa dedicación de Manuel Molina, amigo íntimo de Carlos Fenoll y, ciertamente, coautor del libro que presentamos, editado por el Instituto.

Manuel Molina, poeta de reconocida fama dentro y fuera de las fronteras patrias, se ha hecho sobradamente acreedor al público reconocimiento de Orihuela, su ciudad nativa. Y no sólo por los altos méritos de su personal obra poética, sino también po.r su infatigable dedicación a exaltar y difundir los valores oriolanos, especialmente los encarnados en Miguel Hernández y en Carlos Fenoll.

Este acto se halla notable, excepcionalmente prestigiado por la presencia de doña Ascensión Avila, viuda de Carlos Fenoll, asistencia que tanto nos emociona y agradecemos, así como la de sus hermanos y familiares.

Y, aquí, en este punto, me honro en trasladar a las autoridades oriolanas presentes nuestro ferviente deseo de que el nombre de Carlos Fenoll rotule una calle o plaza de esta ciudad.

Por último, en nombre del Instituto, quiero expresar nuestra gratitud a todos ustedes, a instituto Nacional de Bachillerato «Gabriel Miró,, y a la dirección del Banco de Bilbao que tan cordialmente nos acoge en su Aula.

VICENTE RAMOS

Revista Idealidad nº 12, marzo-abril 1978

(Archivo de Gaspar Peral Baeza)

jueves, 12 de julio de 2012

Sobrevolando Orihuela, una visita a calle del Horno de San Miguel



Sobrevolando Orihuela. Una visita a calle del Horno de San Miguel, donde estuvo la casa doden vivió Carlos Fenoll, hoy número 7.

miércoles, 4 de julio de 2012

Calle Horno de San Miguel, donde vivió Carlos Fenoll en Orihuela



(Vista de la calle del Horno de San Miguel. Indicada por Antonio Colomina)


(Palmeral en el lugar donde estuvo la casa donde vivió Carlos Fenoll con su mujer Ascensión Ávila) y donde nacieron sus tres primeros hijos.



(Julio Calvet y Antonio Colomina, delanta de la escaleras por la que tantas veces debió bajó o subir el poeta Carlos Fenoll).

En la mañana oriolana del 4 de junio mi amigo el escritor oriolano Antonio Colomina Riquelme que fue vecino de Carlos Fenoll, y acompañado del también escritor oriolano Julio Calvet, nos llevó a la calle del Horno de San Miguel, un callejón situado a la derecha de la subida al seminario de San Miguel. Me dijo Antonio que su nombre es Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción y el Príncipe San Miguel.

Carlos tenía la vista de seminario desde su casa. Al Seminario subían para celebrar la fiesta de la Mona, recordado en su poema "Jueves de carnaval"

San Miguel.
Fragancia a tomillo. Sol.
Sube la gente en tropel
la cuesta de caracol.

Huevos, Sal,
pan y vino moscatel.
Y el jueves de carnaval
se pasa...¡como la miel!


(Revista Actualidad, Orihuela, 27 de febrereo de 1930)


El Seminario Diocesano de San Miguel fue construido en el siglo XVIII, en respuesta de las previsiones del Concilio de Trento del siglo XVI para una adecuada formación de los sacerdotes y ministros de culto católico.

El edificio del seminario fue construido durante la primera mitad del siglo XVIII a instancias del obispo de Orihuela Juan Elías Gómez de Terán en la explanada del monte de San Miguel como seminario de la diócesis de Orihuela. En ese mismo lugar se alzó desde el siglo XVI un lugar de oración. El seminario se funda con el nombre de Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción y el Príncipe San Miguel, conmutándose en la actualidad por el de Seminario Diocesano de San Miguel de Orihuela.