Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

miércoles, 8 de febrero de 2012

La fascinación de Carlos por la versificación y el trovo

Como ya hemos comentado en otros artículos Vicente Ramos sitúa la amistad "literaria" de Carlos y Miguel en 1928:

En la Casa del Pueblo, y con toda probabilidad en 1928, se conocieron Miguel Hernández y Carlos Fenoll, vecinos, por añadidura, de la misma calle. De inmediato los dos jóvenes —Miguel, con dieciocho años; Carlos, con dieciséis— se unieron en fraterna amistad. (Vicente Ramos, Gredos,1973, p. 106)

La afición al teatro, a ser actor y a versificar eran cualidades innatas, sin embargo la afición a la poesía, a recitar e incluso a trovar, y asiduo a versificar en las fiestas de la comarca. Acude a la Casa del Pueblo y en el Círculo Católico. Además éste “cantaba flamenco”, según Jesús Poveda. El trove le venía a Carlos de su padre, gran verficicador, que actuaba en algunas ferias de los pueblos aleaños. A este grupo se le unía Antonio Gilabert Aguilera, primo de Miguel, versificador y con vocación de actor.

(Antonio Gisbert Aguilera. Archivo de Maruja Varó)

Leamos el texto siguiente de la conversión de Miguel del teatro a la poesía. Vemos cómo Miguel cambia su afición al teatro por la poesía.

“Ya desde su adolescencia Miguel Hernández había mostrado una especial fascinación por el teatro. Vicente Ramos llega a afirmar que «Miguel cifró sus primitivas aspiraciones literarias, no en la poesía, sino en el teatro, sin duda, bajo el estímulo de las representacio¬nes que se llevaban a cabo sobre la escena en la Casa del Pueblo» de Orihuela. Ramos habla de un primer intento dramático en cinco actos que escribió el joven poeta titulado La gitana (no sabemos de dónde obtiene la información, pues nada de esto ha quedado) y afirma que Miguel fue uno de los actores de Los semidioses de Federico Oliver. Llega incluso a decir este crítico que fue en el horno de Efrén Fenoll, donde, fascinado por la facilidad de versificación de Carlos y de su padre, Miguel cambia de rumbo y decide dedicarse a escribir poesía. Pero su interés por el teatro sigue siendo muy vivo. Entre sus anárquicas lecturas estaban los volúmenes de la colección teatral La Farsa, que dio nombre a un grupo de aficionados a la escena organizado por el joven Miguel y sus amigos del horno de Efrén Fenoll, que actúa en la Casa del Pueblo y en el Círculo Católico. Si bien en Orihuela no había un ambiente teatral organizado y profesional, Miguel supo encontrar un grupo de compañeros y amigos con los que podía cultivar el teatro como aficionado”.

(Juan Cano Ballesta. Revista Anthropos, , nº 220, p.115)



Años mas tarde Carlos intentó en Barcelona escribir alguna obra de teatro, de la cual tenemos referencia por sus cartas, pero no por sus texto. Jesucristo Riquelme máximo experto en la obra teatral de Miguel apunta sus obras primeras:

“Hernández esbozó algunos dramas que se han perdido o de los que no existe constancia más que de sus títulos: así La gitana, La endemoniada o Juan de Oro. De La endemoniada conocemos el boceto; ideado como imitación de Prostitución, obra de Luis Fernández Ardavín, estrenada en Madrid el 22 de marzo de 1933; debió de ser pergeñada recién llegado a Madrid para establecerse (sobre 1934): se funden en su planteamiento las dificultades de la vida en la gran urbe, las relaciones entre hombres y mujeres y el recuerdo de su novia con las represiones de una mentalidad pueblerina. De Juan de Oro se han podido rescatar tan sólo unos doscientos versos octosilábicos; el argumento es taurino; Juan, hijo de Palomo, ex picador de la cuadrilla de Váquiro, es el protagonista, pero nada sabemos más que su padre se queja de la profesión (porque es temeraria y da poco dinero) a la vez que hace gala de su arte de varas”.

(Jesucristo Riquelme, Revista Anthropos , nº 220, p.121)