Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

viernes, 24 de febrero de 2012

Carlos en el libro de Molina "Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela" de 1969


(Copia del original conservado en la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela)


(En la foto de derecha a izquierda: Gaspar Peral Baeza, el editor Angel Caffarena Such, el pintor Pérezgil y Manuel Molina, las chicas son desconocidas. Archivo de Gaspar)


En la página 71 de este libro es donde Manuel Molina escribe que en noviembre de 1938 Carlos Fenoll, Poveda y Molina "arribaron" en la Alianza de Intelectuales encontramos a Miguel Hernández que vivía allí junto a otros escritores del campo republicano, "nos presentó a Rafael Alberti, a Maria Teresa León, a Emilio Prados y a Antonio Aparicio...(Hecho desmentido por Jesús Poveda)


Continúa el relato del último encuentro con Miguel:

Nuestro último encuentro fue al principio del otoño del año 1939. Mi hermana mayor me dijo que Miguel había estado en mi casa (1) preguntando por mí y que tenía prisa por llegar a Cox, donde estaban su mujer y su hijo. Al día siguiente, a primera hora, salí para Orihuela, donde comuniqué a Carlos Fenoll la noticia. Nos pusimos de acuerdo y partimos al mediodía para Cox. Cuando llegamos, Miguel dormía, la siesta. Después de los abrazos de rigor, de unas ensaladas y unos vinos, le preguntamos a Miguel qué era lo que pensaba hacer. Nos dijo que había estado más de cuatro meses en una cárcel de Madrid [Torrijos] y que había salido libre y sin ninguna denuncia, que ahora pensaba dedicarse a trabajar la tierra. "Por lo pronto nos dijo—, mañana voy a Orihuela a ver a mis padres de la calle de Arriba y a los de la calle Mayor" (Estos últimos eran los padres de los Sijé, que él quería tanto como a los propios.) (2) Nosotros, Fenoll y yo, tratamos por todos los medios posibles de disuadirlo de que fuera a nuestra tierra, de que hiciera todo lo contrario, que se alejara lo antes posible y cuanto más lejos mejor. No hubo manera de convencerlo. Decía que él no era un criminal, que él no se había metido con nadie, qué nadie podía tener interés en hacerle mal. Estuvimos luchando toda aquella tarde, toda aquella noche, vísperas de su santo (3).
A la mañana siguiente, Carlos Fenoll y yo partimos para Alicante y él para Orihuela. Unas horas después fue detenido en su pueblo, maltratado y procesado. Una lluvia de denuncias calló sobre él. Fue trasladado a Madrid a primeros de diciembre, junto con un voluminoso...


1) Lo que que da a entender Molina es que Miguel estuvo buscándole en Alicante, el dia 9 marzo salio Miguel de Madrid hacia Cox.
3) Carlos después de la guerra estaba desparecido y es poco probables que fuera con Molina a ver a Miguel al Cox. Ha haber sido así, Miguel les hubiera escrito cuando decía "paso más hambre que el perro den unciego" no se hubieran librado de acusarle de malos amigos y de escrir sus nombres en las cartas deseperadas que escribiera Miguel en el sótano del Seminario de San Miguel a Josefina. "Quiero saber si algún amigo ha tenido la ocurrencia de contestar a mis cartas y a mi petición" (octubre de 1939). Era Gabriel Sijé que se quedó esperandole en la comisaría.
Por lo tanto Carlos se libra de esta insinuación de falta de ayuda amistosa.
4)Como se ha demostrado documentalemnte por el Sumario 4.487, gracias a "El otro sumario de Miguel" de Enrique Cerdán Tato, Miguel fue detenido el día 28 de septiembre, no el 29 día de su onomástica, como figura en el atestado. Por lo tanto este supuesto encuentro no sucedió la víspera de su santo.



Por lo tanto toda investigación futura sobre la detención de Miguel en Orihuela, si quiere ser rigurosa debe rectificarse y cambiarse por el día 28 de septiembre, según declaración ante el subinspector Hermenegildo Riquelme García, al dia siguiente se entregó al detenido junto a las diligencias al Sr. Juez Militar Luca Girona, quien le tomó declaración el día uno de octubre.

..............Sobre la tahona de la calle de Arriba............

En la trastienda inmediata estaba la amasadora, y más adelante, a más alto nivel, la antesala del horno. A la derecha, una escalerilla que subía al alcabor, y antes de llegar a él, un descansillo que fue la primera tribuna de Miguel Hernández, de Ramón Sijé, de Carlos Fenoll, de José Murcia Bascuñana y de Jesús Poveda. Justino Marín y Adolfo Lizón, demasiado ocupados en sus estudios, no se acercaron por este lugar, no participaron directamente de la tertulia del panadero Fenoll.
En esta tertulia se reúnen un panadero, un pastor, un estudiante, un molinero y un oficinista. Miguel Hernández ha llegado hasta allí por vecindad, por afinidad, por amistad; Ramón Sijé [murio el 24 de diciembre de 1935], atraído por el amor a Josefina Fenoll, con su vuelo mágico y voz de colmena cantariña; Jesús Poveda, el oficinista [en el juzgado], por curiosidad, y el molinero, por escapar del molino.
Pero el imán poderoso, el que une con la fuerza de la gracia y la sal de un poeta de raíz pueblerina, es Carlos Fenoll, el que hace posible el milagro. Allí está él, centinela siempre de sus quehaceres y labores artesanas, mano derecha de la madre viuda, oficial y jefe del trabajo, al pie del fuego.
Pero su ánimo es tan grande como su vocación de poeta. Con el calor al cuello, con las manos en la masa, con el cuchillo, la hierba seca, la leña rasposa, Carlos no cesa de crear sus fantasías, de contar sus chistes, de cantar sus versos improvisados entre pan y pan, remando nube encendida, cargando con la tabla de arracimados corderillos blancos, olorosos, huella invisible de Dios en el vaho tiemísimo de la tarde de estío, regalo de la brisa.
Entre un enjambre de niños está Efrén, el varón menor de la casa, que hace pinos de comerciante, de donjuán, de trovero. Con el tiempo, él será el encargado de cerrar, más que la puerta, la esencia de este templo inmortal.
(1969: 18-19)


......................Detalles de la semblaza de Carlos Fenoll....

Después —ya mozo de pala-, mientras el calor en conserva levantaba el rubor del pan, Carlos —adolescente ávido— deletreaba el periódico "ABC", que se recibía diariamente en la tahona. En la boca del horno, "remando nube encendida", laborando la pasta de harina, modelando la ubre del primer alimento del hombre, ciñendo, heñiendo la materia esencial, cuidando del proceso de la transformación hasta la costra, transcurren las primaveras de esta criatura.

Para un joven con curiosidad, con deseos de saber, nunca falta un rincón donde se amontonen libros resecos y amarillentos, donde, junto a un tratado mercantil, se pueda encontrar a Bécquer, Villaespesa, Campoamor o Rubén Darío. Carlos dio con ellos y con otros de la época. Entonces era frecuente en revistas semanales una página floreada, ramificada en pálidos colorines con versos otoñales y gacelinos, donde a la manera rubeniana se repetían los tópicos más insustanciales de nuestra lengua. Pero Carlos Fenoll se liberaba pronto de estos "maestros". Conoce de cerca al "Vicenterre", un vecino pastor que hace versos, y empieza a frecuentar su taller. Un pastor que lee mucho y escribe a veces a la sombra de un árbol mientras pacen las cabras del ganado paterno.