Por Ramón Fernández Palmeral
El primero de los estudiosos de la obra fenoliana fue Manuel Molina; sin embargo, uno de los trabajos más destados fue el Vicente Ramos Pérez en su libro “Literatura Alicantina”, Diputación de Alicante, Alfaguara, Madrid-Barcelona, 1965, en las páginas 266-271, más otras obras posteriores que publicó este autor en otros libros y publicaciones, Vicente Ramos comenta:
“En su adolescencia [Carlos Fenoll], ducho en lecturas y algo práctico ya en la dulce forja del verso, el poeta-panadero y su tahona se transformó en núcleo y morada de una tertulia histórica: la de la Generación oriolana de 1930. Allí, Ramón Sijé —atraído amorosamente hacia Josefina, hermana de Carlos—, Miguel Hernández, Gabriel Sijé, Manuel Molina, Jesús Poveda, Efrén y Carlos Fenoll... Amistad, lecturas, ilusiones... «Carlos Fenoll —testimonia Molina— es un amigo generoso y reparte sus libros, su pan y aceite y hasta su dinero con todos. Se trabaja en la panadería de Carlos, se habla, se comentan libros, se recita, se representa teatro en serio y en broma. Se sueña ya con levantarle un trono al Visenterre».
Con tales antecedentes, bien se puede colegir sin miedo alguno que la dirección poética que había de seguir el lírico-panadero iba a ser sustancialmente la misma que la del poeta-pastor y, en general, la estética de todo el grupo, que, por aquel entonces, cifrábase en la poesía realista popular, el modernismo y Gabriel Miró. Y, al igual que Ramón Sijé o que Hernández, Fenoll también nos ha dejado en verso su admirativo amor al autor de El Obispo leproso, vivo «en el sitio recóndito del alma que el recuerdo apetece».
Pero Carlos cayó también en el vértigo y furiosa precipitación de los tiempos. El fallecimiento de Ramón Sijé, primero; la guerra civil, a continuación, y la muerte de Miguel Hernández, por término, señalan una dolorosa ruta, recorrida con estupefacción, amargura y luto en el alma. A partir de 1942, Carlos Fenoll deja de ser el poeta primaveral, rico de júbilo y alegría. De donde, la trayectoria lírica de este finísimo, exquisito escritor olecense ha ido desde lo rural y pintoresco, costumbrista casi, a lo grave y hondo de la infinita nostalgia.
Sus primeros versos quedaron engarzados en el aire o en las flores de los balcones. Eran, al decir de Molina, «poemas pletóricos de humanidad y de vida». De los años creadores de la tertulia en la tahona, conservamos algunas composiciones, llenas de gracia juvenil :
¡ Salve, primavera de mis sueños de oro
que arrancas de mi pecho el clave sonoro
de una prolongada y lírica canción!
Vicente Ramos en el primo en bautizar a cuatro poeta oriolanos: Ramón Sijé, Gabriel Sijé, Carlos Fenoll y a Miguel Hernández, como “La Generación olecense del 30” dígito que tomó por el año de la muerte de Gabriel Miró.
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El libro de Vicente Ramos sirvió de guía para el libro “Antología de Escritores Oriolanos”, de José Guillén García y José Muñoz Garrigós, Ayuntamiento de Orihuela, 1974, pp 179-192, donde se hace una amplia biografía y se amplia la bibliografía y los estudios realizados hasta entonces, ecriben:
"Las primeras composiciones, las que comienzan a aparecer en las publicaciones oriolanas a las que antes nos hemos referido, están signadas por su condición de ruiseñor trovero, la que le viene por la habilidad repentizadora del padre, pero también por las lecturas de sus años adolescentes. El punto de partida es idéntico al del primer Hernández: temática popular, lenguaje sencillo y sin pretensiones, elocución descriptiva y a veces narrativa, formas apostróficas ocasionales, tributo aislado a la poesía de circunstancias y metros y estrofas tradicionales. La ciudad y la huerta, la gente del pueblo, los objetos y los acontecimientos del mundo circundante, proporcionan a Carlos Fenoll un caudal inagotable de inspiración. También la gracia femenina, el amor juvenil, y las costumbres entrañables, y la belleza en cualquiera de sus manifestaciones. El carnaval, la merienda de la pascua de monas, los encantos de la mujer oriolana, la canción de la vida en sus mil aspectos diferentes, aparecen bañados por una luz meridiana de clara, jovial y sencilla alegría. En ocasiones, los temas graves, melancólicos e incluso tristes asoman a la búsqueda momentánea de tonos serios o emotivos; pero, enseguida, el verso de Fenoll regresa con premura al venero de la alacridad. Están presentes aún modelos que alcanzaron un día el favor del público y que, a través de los años, permanecen vigentes, al margen de su mayor o menor calidad: Bécquer y algún otro romántico, Campoamor y su pequeña corte de «poetas-filósofos», los regionalistas, con Gabriel y Galán al frente y Vicente Medina también en vanguardia. Pero siempre —no se olvide esto— en su expresividad más sencilla, en su veta más popular. Después, Carlos Fenoll, como su amigo Miguel, abriría las ventanas a otros aires más novedosos, aunque estos le penetraran con un retraso considerable. Pero en los ambientes provincianos, Rubén Darío y sus secuaces constituían novedad, cuando en el horno-tahona de la calle de Arriba alumbraba sus primeros destello el grupo oriolano de 1930. Suponemos que la poesía de Juan San- sano tuvo mucho que ver en estos escarceos, y, muy especialmente, la sombra luminosa de Gabriel Miró, a quien aquellos jóvenes escogieron como guía. Sin embargo, la influencia del Modernismo en Carlos Fenoll nunca fue demasiado intensa y, más que en el espíritu y en el lenguaje, la encontramos en el intento de buscar nuevos ritmos y esquemas que se adecuaran mejor al clima de la expresión lírica. En cualquier caso, siempre debió de preferir a los modernistas de corte más popular, como Manuel Machado y Emilio Carrere, aunque alguna vez se acercara a Salvador Rueda, a Villaespesa y al mismo nicaragüense [Rubén Darío]”.
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El poeta y escritor Manuel Molina Rodríguez que fue sin duda el primero de los estudiosos fenolianos, con “Espíritu y carne de un poeta Carlos Fenoll”, Verbo, 1946, publicó uno de los libros básicos sobre este poeta “Canto Encadenado”, Instituto de Estudios Alicantinos, 1978, donde además opina sobre la composición y estética de Carlos:
“La segunda etapa de la poesía de Carlos Fenoll se inicia a mediados del año 1936, con la fundación de la revista Silbo, que supuso un renacimiento espiritual y una afirmación del poeta. En este tiempo, Carlos Fenoll, alcanza la juventud plena y un conocimiento más profundo de la poesía. Deja, momentáneamente, de lado, su alegre canción juvenil, la rima fácil y cantarina, el motivo trivial, anecdótico y circunstancial, y se busca y se encuentra con las entretelas del lirismo más vivo y personal. Han llegado a sus manos, a sus ojos, ávidos entonces, los versos de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado, y algunas muestras de Rafael Alberti, de Federico García Lorca y de Vicente Aleixandre.
El tema predilecto de ahora, de aquel presente del poeta, es el amor. Y sus nuevos madrigales tienen un sabor, una gracia lírica de extraordinaria fuerza y armonía, una andadura metafórica original. Son de señalar los poemas de esta etapa titulados. «Primer hijo», «Angel» y «Quise que mi vida fuera», de calidad comparable a la buena poesía de aquel tiempo.
Ejemplos como estos, «Hace el barro esta labor / suave y fragan¬te, de cera? —y de— «nace este bello rubor / de concha marina y flor / de cielo de primavera?, dan la talla de un poeta, que, por otra parte no desdeña nunca el lenguaje del pueblo cuando dice: «¿De una semilla grosera / Dulce fruto, compañera;/ dulce hijo, tierno amor».
Palabras de uso común son éstas y frases familiares las que emplea el poeta oriolano para comunicarnos su gran emoción ante la paternidad.
Si tenemos en cuenta la revolución estética iniciada por Bécquer y culminada con Luis Cernuda, no podemos dejar de considerar que este poema está en la línea de los escritos por los grandes maestros de la lírica castellana...
Puede considerarse este poema como la culminación de esta etapa intermedia, como la cima lírica de su juventud creadora. La cas¬cada cálida de su oración, con la fluida música de su verbo, rubrica, con este esplendoroso final, el alegre sueño de su vida, y es ahora, un poco después, cuando la realidad comienza a adentrársele en el corazón. La humilde fiesta de su existencia cotidiana, nido de risas ninas e inocentes, nudo de amistad fraterna, se rompen al contacto de las malas pasiones de su ámbito, y las dificultades materiales, y la miseria moral de aquellos días, junto con un trabajo negro de tan rojo, de tan sudado y frío, lo ahogan.
Ahora es la hora de su hora, de «La hora maldita», y sobre todo de su poema clave, de «El canto encadenado», título de la vida de un hombre, de una vida y una obra. Una obra, si breve, si vacilante, si esporádica y contradictoria —como bien había visto su amigo Kamon Sijé, allá por sus principios—, tiene indudables méritos para figurar junto a la de sus amigos de Orihuela”.
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La profesora Ana M. Reig Sempere, en un trabajo de licenciatura publicó “La Generación del 30 en Orihuela”, Instituto de Estudios Alicantinos”, nº68, de 1981, pp. 97-111, donde introduce fechas y etapas, se considera deudora de Vicente Ramos. Autora del tipo fantasma-profesor/a, que son de las que publican una tesis, para su licenciatura y luego desaparecen del marco literario, y si te he visto no me acuerdo, extraigo algunos elementos de interés:
“Obra y evolución poética de Carlos Fenoll”
Como todo poeta sincero, como todos los poetas de la Generación del 30, el desarrollo de la obra poética de Carlos Fenoll, transcurre en paralelo a las vicisitudes de su vida. La evolución que experimenta es muy importante, y responde, en cada una de sus fases, a los acontecimientos vitales del poeta. Veamos las etapas más im¬portantes de su producción poética.
a) De 1929 a 1936. 1.a Etapa
En esta primera etapa, sus poemas reflejan la alegría de una vida joven, sana y sencilla. Estos años debieron ser felices y amables para el poeta, viendo "la frescura y alegría que rezuman sus composiciones" .
Sus inicios son los mismos que los de Miguel Hernández: aprenden en la calle y en el campo, de la Naturaleza y de las gentes; se inspiran en el mundo circundante: la huerta, la ciudad, sus habitantes y sus costumbres; sus temas son, "La merienda de la pascua de monas de San Miguel, la feria de agosto, el madrigal ardiente de sencillo carácter popular y otros muchos temas del ambiente circundante". También es objeto de su poesía la mujer, el amor sencillo y juvenil, y la belleza en cualquier manifestación, irradiando todo una clara y primitiva alegría de vivir.
b) De 1936 a 1943. 2.a Etapa
Las nuevas lecturas —Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado—, la influencia de sus amigos de la tahona y su propia inquietud lo llevan a la búsqueda de "una voz más honda, más completa, más lírica" . La muerte de Ramón Sijé marca el paso definitivo. Su expresión se interioriza y la perspectiva se hace distinta. Es la época de "Silbo", que supuso "un renacimiento espiritual y una afirmación del poeta" , en la que el mismo Fenoll advierte el cambio experi¬mentado en su alma:
"A esta vida interior que se apresura / como un torrente o como ala o rueda, / no hay vida de otra hechura que la exceda / en tropiezos de pena y amargura" .
Pero Carlos encuentra el amor de su esposa y la satisfacción de unos hijos, que son "los motivos principales de este renacer poético, aunque también la vida y la belleza son temas que continúan vigentes, si bien con una distinta dimensión"... "Se advierte mayor selección y novedad, y junto a los esquemas tradicionales, aparece la li¬bertad métrica. Todo ello sin merma de la fragancia, la inspiración y el encanto de los orígenes"... "Un lirismo de buena ley imanta el ritmo de la cadena fónica" .
c) De 1943 a 1972. 3.a Etapa.
La recién terminada guerra, con su secuela de penalidades y las obligaciones familiares que le sujetan a una responsabilidad de subsistencia más apremiante, hacen que sus poemas se espacien cada vez más. Pero es la muerte de Miguel, la increíble e innecesaria muerte de Miguel, lo que provoca el cambio más radical en su poesía, que refleja los sombríos tonos de su alma. Su voz ahora "se hace más profunda y trascendental y se tiñe de una tristeza sin consuelo". De 1943, es su poema, "Nuestro amor", soneto inspira¬do en el amor a su esposa, donde los cuartetos ofrecen el aspecto positivo —"flores", "luz", "mundo nuevo"— y los tercetos, el as¬pecto negativo —"realidad triste", "fuerza destructora"— con el fin de resaltar la fuerza de su amor que vence a los elementos negativos.
"Recuerdo, esposa, que era Primavera — aunque fue en el rigor del viejo invierno — cuando en tu alma y en la mía lo más tierno dio sus flores de amor por vez primera"
Consideración final de Reig Semperes:
El resumen de su trayectoria poética nos lo da Vicente Ramos, en su libro "Literatura Alicantina": "A partir de 1942, Carlos Fenoll deja de ser el poeta primaveral, rico de júbilo y alegría. De donde, la trayectoria lírica de este finísimo, exquisito escritor olecense ha ido desde lo rural y pintoresco, costumbrista casi, a lo grave y hondo de la infinita nostalgia" .
Sus amigos, tal vez dolidos, o lamentando que no lograra sobreponerse a su abatimiento y escribiera más, hacen estas observaciones: "Teniendo en cuenta que Carlos Fenoll era un apático, un ser dominado por la desgana, dominado por el sentido de la obligación familiar, por el presentimiento de la impotencia creadora, por la conciencia excesiva de su falta de cultura, por la depresión angustio¬sa... su poesía personal fue breve e irregular, intermitente e intensa" . O como había dicho Jesús Poveda, poco antes: "Carlos Fenoll nació para escritor y poeta, y de los buenos, y se quedó en panadero. Su enfermedad incurable, la desgana y la indolencia más absurda, se interpusieron siempre en su camino. Y ello, y no otra cosa fue su mala suerte, que le torció su destino" .
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Por último recogemos la clasificación que realizó para otro tesis de licenciatura la profesora María Dolores García Selma, “Carlos Fenoll: vida y obra”, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2000, 150 páginas, donde clasificó la bibliografía por orden cronológico, amplió los estudios sobre el poeta e hizo una antología con treinta poemas. Su referente fue Manuel Molina, recopilo la clasificación:
“Clasificación"
La producción poética de Carlos Fenoll podría organizarse en tres etapas que, atendiendo a criterios temáticos y estilísticos, se definen a grandes rasgos del siguiente modo:
1.-Primera etapa o período de adolescencia: comprende las composiciones escritas por Fenoll entre 1928 y 1935. Dentro de ella hay que destacar la abundancia de textos que se observa entre los años 1929 y 1932, y en especial en 1930, posiblemente como consecuencia del impulso inicial de las tertulias. Las principales características de esta primera época son:
a) La inspiración en motivos populares: la tierra, las gentes, la vida cotidiana y sus costumbres. La mujer y el amor son los temas que organizan este popularismo inicial de Fenoll.
b) La facilidad creadora, la abundancia de textos y la ausencia de una autocrítica depuradora: el verso surge espontáneamente, a menudo sin originalidad apreciable. Desde el punto de vista formal, el desarrollo poético de los temas escogidos presenta dos vertientes. La primera de ellas se basa en las lecturas románticas y modernistas de Fenoll y se define casi exclusivamente por ser pura y simple imitación de estilos. La segunda, inspirada en la poesía regionalista de Medina y Gabriel y Galán, viene determinada por la sencillez del lenguaje, que acoge incluso coloquialismos y prosaísmos.
c) El empleo de toda clase de metros y estrofas, desde las formas más tradicionales hasta las novedades que introdujeron los modernistas.
a)Segunda etapa o período de interiorización: se extiende desde 1936 hasta 1942 y los rasgos que la definen son:
b)Tendencia al intimismo, tanto en la elección de los temas como en su desarrollo poético.
c)Pervivencia de algunos de los temas de la primera época, aunque interpretados ahora con una voz nueva, más profunda y lírica, menos popular.
d)Perfeccionamiento de metros y estrofas dentro de unos gustos igualmente clásicos.
e)Tercera etapa o período de madurez: recoge este apartado las últimas y escasas composiciones escritas por Carlos Fenoll entre 1943 y 1972, año de su muerte. No obstante, la fecha de 1972 es un tanto artificial, puesto que Fenoll interrumpe su actividad poética casi por completo desde 1947. Cuatro datos resumen esta última época:
a) El ejercicio poético como desahogo espiritual.
d) La profundización en lo religioso y el amor como temas predo¬minantes.
e) La ausencia de artificio formal.
f) El retorno a la métrica más tradicional, sobre todo por el uso casi exclusivo de dos estrofas: el soneto y el romance.
De estas tres etapas, sólo la segunda y la tercera ofrecen un verdadero interés literario. La mayoría de las composiciones de adolescencia tienen un valor documental. No obstante, hay que acudir a ellas como complemento que son de la verdadera obra literaria de Carlos Fenoll, por ser el punto de referencia desde el que se pueden apreciar los avances de este escritor en momentos posteriores. Son, en definitiva, su escuela de aprendizaje”.
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MIS CONCLUSIONES.- Si bien es cierto que contamos con algunos estudios de una obra breve, pero intensa, como la de Carlos Fenoll, nos queda: primero recopilar todas sus obras poéticas y sy epistolario; segundo acceder a sus dispersos manuscritos (en poder de algunos que creen tener en su poder el oro y el moro) con objeto de poder estudiarla desde el punto de vista epistemológico, grafológico y sobre todo el sistema de creación poética. Estoy seguro que este I Centenario de su nacimiento no será posible, no obstante con este blog, entiendo sembramos las semillas par que florecerá en futuras tesis doctorales nacionales e internacionales como para algún día disponer de sus Obras Completas.
Recopilaciones de textos realizados por Ramón Fernández Palmeral, Alicante 16 de febrero 2012