Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

viernes, 3 de febrero de 2012

POETA Y PANADERO EN TIEMPOS DE HAMBRE Y POBREZA

A Carlos Fenoll Felices en el centenario de su nacimiento.

El primer tercio del siglo XX traería hambre y destrucción a un país arruinado por el reciente absolutismo político y militar que durante siglos reinaría en España. Pese a ello, a perro flaco todo son pulgas; para evitar asentamientos ideológicos distintos a los impositivos por la tradición, quienes se abrigaban en el poder de los cielos soltarían las riendas de la cólera y los infiernos sobre sus propios convecinos. Aunque también, cómo no, aquellas fechas dejarían un reguero de hombres justos, sometidos, perseguidos y desolados que han pasado al recuerdo e incluso a la perpetuidad de la sociedad cultural igualitaria. Algunos de aquellos hombres, sin embargo, sufrieron calamidades y finales tortuosos, indignos, trágicos e inmerecidos. Otros, en cambio, amedrentados por la acción de la intolerancia franquista sufrirían el silencio de su propio tormento, la amargura y la mordaza de los pensamientos inherentes al ser humano.
Entre aquellos hombres figura Carlos Fenoll, poeta oriolano, quien también sufrió el yugo de la intolerancia y la sinrazón de varios de aquellos poetas que se concentraban en la panadería de sus padres a recitar, criticar e innovar. Hoy, por el contrario, ha desaparecido, o se ha ocultado el arrebato totalitario que los intolerantes practican para fortuna de la sociedad, aunque quizás, quien sabe, se encuentren agazapados a la espera de una ocasión más propicia. Por el contrario, desde fuera de cualquier seguimiento personal a la mitología de un poeta valiente y rebelde se percibe la ansiedad de disidentes por conseguir la foto o participar en los eventos de los entonces conocidos, odiados y sentenciados por los calificativos de fugitivos. Desde una posición crítico-analítica presiento que mi propia manifestación tiende a rebelarse y a desenmascarar a los radicales de la intolerancia política y religiosa que socavan argucias para introducirse en la veta del oportunismo cultural y honrarse a sí mismos en la figura de aquellos a quienes hasta 1975 odiaran a muerte. Ello me lleva a intentar pronosticar la presunta visión de los sufridores que hoy vanagloriamos: ¿en qué pensarían Carlos Fenoll o Miguel Hernández si pudieran otear a quienes hoy le alaban?, a ellos y a sus amigos perseguidos: poetas en uso de la palabra. Pudiera que sintieran gozo y felicidad porque habrían conseguido unir a las dos Españas que los enemigos de los poetas destruyeran…

Aquella generación ideológica que puso sangre y nombre a la historia de España con el llanto de los poetas amordazados, en pérdida humana y desgarro de sus propias almas conseguirían lo que Franco no pudo: la unión social y cultural de un pueblo. Uno de aquellos hombres de letras tempranas y valiosas encabezaba el círculo de reuniones literarias en la persona de Carlos Fenoll, poeta oriolano, amigo de los también poetas Ramón Sijé y Miguel Hernández, Jesús Poveda o Gabriel Sijé, entre otros. Quienes en ausencia de Ramón, por fallecimiento temprano, en recuerdo y entretenimiento decidieran fundar la revista literaria, Silbo.

El grupo de la panadería es ampliamente hospitalario y activo en un rinconcito del horno familiar en la casa de sus propios padres. La guerra, por el contrario, le lleva a unirse a los milicianos y luchar y defender la libertad y la legalidad constitucional que a posteriori le acallaría por espacio de algunos años. El miedo al horror y a las pesadillas de una violencia sin fronteras le adentran en depresiones e histerismos, aunque para entonces había contactado ya en Madrid con Miguel Hernández y de su mano y de su generosidad conocería a Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y otros ilustres de las la literatura española. Tras la guerra civil, sin embargo, el miedo a la represión tan cruenta que se cierne sobre Orihuela le invade y se oculta de todo y de todos. El embarazo de su esposa, no obstante, lleva un camino contrario al ocultamiento y levanta rumores que colocan la honestidad de su esposa en tela de juicio. Carlos sale a la defensa y del escondite para anteponer la honra femenina, aun con el miedo a la posible represión franquista. A consecuencia le ingresan en las filas del ejército donde se ve obligado a prestar juramento a la bandera del nacionalismo. Por el contrario, a la vuelta de la mili incrementa la necesidad económica que imposibilita la subsistencia familiar en la localidad de Orihuela y en 1947 se ve todo el conjunto familiar abocado al desplazamiento a Barcelona.

Por Agustín Conchilla (escritor, articulista y novelista)

Agustí es autor de las siguientes obras:
1º Don Paulino y sus labriegos (narrativa) 2º La cepera y el fraile (narrativa) 3º Infancia maldita (narrativa) 4º Al borde del precipicio (narrativa) 5º Ejidos y Alpechín (narrativa) 6ºRebeldías de Filiberto (narrativa) 7º Encinas y madroñales (narrativa) 8º Añoranzas (poesía y ensayo) 9º Bienestar en crisis (1º recopilación artículos de opinión propios) 10º Socialismo a la deriva (2º recopilación artículos de opinión propios). 11 Infancia maldita.