Es necesario en este centenario (1912-2012) recopilar la obra dispersa del inmortal poeta oriolano, como así cuantos artículos, reseñas, oponiones y comentarios se han publicado sobre él. Esta es ocasión única para recoger inéditos. Y reclamar la publicación de sus Obras Completas. Somos fenollianos. Portal dirigido por Ramón Fernández Palmeral.
domingo, 29 de enero de 2012
Carta donde explica su buena situación económica tras el reparto de la herencia familiar
(Foto antigua de Orihuela)
La señora Monserrate Felices, madre de Carlo murió en 1942. Sabemos la fecha por Josefina Manresa:
"La madre de Carlos Fenoll murió en 1942 y a partir de su muerte murió la fortaleza del horno y vino a tierra pocos años después" (1980, p. 45)
Josefina apreciaba mucho a Carlos Fenoll, éste fue testigo de su boda en Orihuela el 9 de marzo de 1937:
"Los testigos de la boda fueron Carlos Fenoll y Jesús Poveda. También estaba de invitada Josefina Fenoll, que era novia de Poveda, y alguna familia de Miguel y Bascuñana, un amigo que le decían "El arriero" que dio suelta a su voz de barítono. A los postres, poniéndose Miguel de pie, recitó las poesías que tenía escritas de Viento del pueblo" (1980.p 62).
Escribe e Manuel Molina:
«En estos días que se han fugado por el hueco de tus mencionadas cartas y esta mía, se ha verificado —¡al fin!— el reparto de bienes de nuestra herencia, y ha sido lo que ha motivado —notario, firmas por aquí y por allá— la ociosidad de mi pluma.
Ahora sí que estoy seguro de que soy un poeta verdadero: a mí, que hace dos, tres años, y calculando entonces sin fantasía, me correspondían de 25 a 30 mil pesetas, me ha quedado la casa que vivo y unas 5 mil pesetas. Total: 14 mil. Palabra de honor que no me quejo, porque sé que esa diferencia es el precio de mi comodidad. Si te detallo esto es para que veas hasta qué punto nos despreocupan a los que soñamos y cantamos, estas cuestiones de intereses, y lo idiotas y beneficiosos que somos para los esencialmente prácticos...
...Mis versos escritos hasta la fecha, mejor dicho, impresos, son malos recuerdos para mí: hijos son del desaliento y la impotencia. Mi alma, confusa entre la niebla de la locura, no les prestaba su rayo vivificante, y mi cuerpo quería hacer las veces del alma, y así salían muchos tan opacos y amargos, otros, si algo afortunados, eran milagros de la voluntad... física. Por lo tanto, si alguna vez he de publicar un libro de versos —pienso en lo que me dices de editar un libro mío— excluiría absolutamente todos los irremediables e irían solamente los que no he escrito todavía y tengo el firme propósito de ir mandándotelos conforme los haga hasta reunir los veinticinco o treinta poemas que creo suficientes para un libro.
Gracias de todo corazón, Molina, por tu magnífico ofrecimiento. Quiero que todo sea, cuanto antes, una hermosa realidad.»
(Orihuela, 17 de diciembre de 1946)
Meses más tarde escribe otra a su amigo Molina, donde parece no encuentra ambiente favorable en un viaje a Madrid, y tampoco está satisfecho en Orihuela:
«Amigo: Desde que regresé de Madrid, donde hallé un ambiente de vida que no me gustó, no he cesado de cavilar buscando una nueva orientación y solución a mi destino. Por fin, y de una manera definitiva, he decidido irme a Barcelona, no solo, sino con mis hijos y mi mujer, y el día 5 del mes próximo embarcaremos en Alicante.
He quemado las naves: he vendido la casa y los muebles. De esta forma es como no se regresa.»
(Orihuela, 23 de julio de 1947)
("Canto encadenado", Manuel Molina, 1978, p.17-18)