El corazón tiene sendas.
¡Una senda clara y sóla:
Pájaros muertos, brillantes,
en medio! Senda que llora
el no tener compañera.
No poder ser una víbora,
ni siquiera lanza, diente,
uña. Le matan las otras
la espiga, el pájaro, el agua
y le echan lodo a sus rosas.
¡Sí ella pudiera ser libre,
ser, sin la senda afanosa
de la envidia, sin la senda
tísica del odio, sóla!
¡Cómo cuidaría entonces
los trigos, el pan, la roja
nave del horno, la tierra
triste, hasta la triste roca!
Ser sóla, senda de amor.
En mi corazón tú sola:
agua brillante, pradera
brillante, brillante rosa.
¡Si yo pudiera quebrar
la amarga raíz de la otras
en mi corazón, sacarlas
de sus basuras más hondas!
Y no podré nunca. ¡Nadie
podrá nunca, nunca!, sóla.
Carlos Fenoll Felices (1912-1972), en la revista "Silbo" nº 1, (1936). Tiene influencias nerudianas.
Extraordinario y sensible poeta hoy olvidado en los medios editoriales y antológicos, tal vez por su condición humilde de panadero.
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