Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

miércoles, 7 de marzo de 2012

Carta lírica a Carlos Fenoll en la revista NUMEN nº 64




En los trigos de hierro sueño cuando pienso resulto en penas, la vida del poeta que nace este año con 100 años a la espalda, resurgido de un vaporoso sueño, el sueño prestado de la historia de la literatura y del polvo del olvido, juntos para siempre con el amigo cabrero, el más íntimo del genio y perito en lunas y "lunastes", que se fue con tu sonata pastoril.

Tu memoria, Carlos viene a mi memoria desdentada, a mis viejas de lecturas y el recuerdo encadenado de "Tu rosa fue abismo más fatal".

Y es la tahona al refugio cálido de la leña menguando en el horno os reuníais, no en tertulia, sino en coro de lecturas, algunos amigos de la generación oriolana del 30 y del 36 con "Silbo".

Al ardiente calor del alcabor recitas con el poeta-pastor, le trova y cantas mientra con tu pala de marinero en tierra bogas por los mares de la fantasía y de los deseos de libertad y de salir volando por la ventana envuelto en hojas del ABC y montado en "Silbo". Mientras el misterio de la levadura de los panes y los versos fermentan al son secreto más antiguo de mundo: le pan nuestro de cada día.

Y es en la ferocidad del león del 36 cuando decides, casado con Ascención y ya con tu Antoñito de meses, marchar a la guerra de España de parte de la república constitucional en Madrid y en Toledo.

En el verano del 47, cansado de tu Orihuela natal, es cuando decides marchar a la Ciudad no Condal sino territorio de emigrantes, por los mares de Colón, que siempre tiene el mismo y embalsamando y broncíneo dedo apuntado a America.

Y es allí, Fenoll, sin quererlo vuelves al misterio de los trigo y las horas de vigilia nocturna, otra vez perseguido por el honro y el pan.

Tu "Canto encadenado" queda encerrado en la historia de las cadenas del papel imprenta, y eres hombre de nuevo en el recuerdo, que sin olvidar el pasado vienes a esta páginas de Internet.

Y ahora queda que tu centenario sea centelleante, explosivo y voluntarioso por los oriolanos, no tirado por un carrito de pan por un asno, sino por el león alado de san Marcos o mejor sería por el pájaro Oriol.

Por Ramón Fernández Palmeral