Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

domingo, 24 de enero de 2021

JOSE MURCIA BASCUÑANA (Orihuela 07/05/1913-19/01/1951), AMIGO INSEPARABLE DE MIGUEL HERNÁNDEZ Y CARLOS FENOLL, por Antonio Parra Ruiz

 

 


JOSE MURCIA BASCUÑANA (Orihuela 07/05/1913-19/01/1951),

 

AMIGO INSEPARABLE DE MIGUEL HERNÁNDEZ Y CARLOS FENOLL

 

  

A JOSÉ MURCIA BASCUÑANA EN EL 70 ANIVERSARIO DE SU MUERTE

 

 

Al cumplirse el día 19 del corriente mes de enero de 2021 el septuagésimo Aniversario de la muerte de José Murcia Bascuñana, conocido por sus amigos por el sobrenombre de El Arriero, quiero ofrecerle un pequeño homenaje y recuerdo, al mismo tiempo que relatar algunas pinceladas y conclusiones, sobre todo, en su gran amistad con Miguel Hernández y todos los personajes de la Tahona de los hermanos Fenoll.

 José Murcia (Orihuela 07/05/1913-19/01/1951) era un personaje que, aunque va unido con su nombre y dos apellidos a Miguel Hernández en todas las biografías de éste, era un gran desconocido, debido a su prolongada ausencia de Orihuela; como ya lo especifico en mi Conferencia sobre Efrén Fenoll. Fue admirado, querido, respetado y loado por sus incontables amigos que tuvo, entre ellos, los inseparables compañeros de la Tahona que lo citan en sus escritos con añoranza y cariño como: Miguel Hernández en carta dirigida a Carlos Fenoll lo nombra, diciéndole a su vez a Fenoll, que le dé los abrazos que le parezca convenientes; el mismo Carlos Fenoll, en un Artículo suyo en el ABC (publicado posteriormente el 26/03/1978), lo cita en varias ocasiones diciendo que cantaba a la vez que discutían sus aficiones literarias; Manuel Molina Rodríguez en su libro Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela, que versa sobre la Tahona, hace una gran semblanza de Bascuñana y lo nombra en varios pasajes, diciendo de él que en el crepúsculo del horno, era como una antorcha escapada de su boca; Ramón Pérez Álvarez en un Artículo suyo en La Lucerna nº 32 de Enero 1995, sobre la Edición de la “Revista Silbo”, manifiesta que, para celebrar la primera aparición de la Revista, los acompañó Bascuñana, diciendo de él que era la persona con menos hiel que he conocido en mi vida, cantante de zarzuela, el famoso “Arriero” un amigo inolvidable y, también lo nombra en otro ejemplar de la citada Revista diciendo que colaboró con ellos en la misma (si así lo hizo debió de figurar en ella); Josefina Manresa Marhuenda, esposa de Miguel, en su libro Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández, lo nombra como amigo de Miguel en dos pasajes: en el entierro de Ramón Sijé, diciendo que llevó su ataúd un buen pedazo y, en la celebración del convite de su boda con Miguel, donde asistió Bascuñana ofreciendo un recital de canciones (hay que tener en cuenta que el convite fue en plan familiar y, sólo asistieron los amigos más íntimos de Miguel, como fueron Carlos Fenoll, Jesús Poveda y el mismo Bascuñana); Efrén Fenoll Felices en la Carta dirigida a La Lucerna en que se homenajea a su hermano Carlos (que transcribo en mi Conferencia-Homenaje a Efrén), los únicos y principales protagonistas de su Carta son: Carlos Fenoll, Miguel Hernández, José Murcia y, como es consiguiente, Efrén Fenoll; también aludo en mi Conferencia a Tomás Moreno Serna, amigo y compañero de colegio de Miguel, quien manifestaba en su Artículo (escrito por Joaquín Ezcurra), que se reunían un grupo de amigos, acudiendo Miguel siempre acompañado de Bascuñana y Carlos Fenoll (yo les llamo Los tres Mosqueteros) y, que Bascuñana recitaba todos los versos de Miguel. Por último (aunque seguro que hay muchos testimonios más), me voy a referir a su gran amigo, vecino suyo, y compañero de fatigas en cuanto a creaciones y actuaciones teatrales, cantores, poetas y otras muchas facetas más, autor de la biografía de José Murcia llamado Julio Sarget Barceló, quien manifestaba en su libro los siguientes atributos de Bascuñana: que consideraba dignos de ser tenidos en cuenta los méritos que en él concurrían para formar parte del grupo de colosos de la literatura que en el citado Horno se congregaba, en la Página 40 dice Julio lo siguiente ni duda cabe que era el mejor recitador de todos, en la Página 41 dice de él que era un gran barítono, con voz timbrada y potente y también su recitar era de un lirismo apasionante que te hacía ver lo que decía, en la Página 51 paseando Julio con los “Tres Mosqueteros”  escuchándolos hablar en verso decía era algo de verdadera maravilla; si en aquellos tiempos hubiesen existido los magnetófonos, hoy tendríamos una pieza que podríamos llamar de museo, de un valor incalculable; y así podríamos seguir con todas clases de galanuras que Julio le dedica a su amigo José Murcia Bascuñana.

En cuanto a los escritores actuales decir que son muchos los que han resaltado en sus escritos la figura de José Murcia Bascuñana, o escrito sobre su relación con Miguel Hernández y con los demás personajes de la Tahona, así tenemos a: Manuel Roberto Leonís Ruiz con sendos Artículos sobre Bascuñana; uno de ellos dedicado a él, donde detalla el accidente de tren que le ocasionó la muerte, dedicándole una poesía, y otro, dedicado a Carlos Fenoll, donde destaca la gran amistad de Bascuñana con Carlos y Miguel (no sé si escribió algún otro al respecto).

José Luis Ferris en su obra Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte de un poeta, Año 2002, donde nombra en varios pasajes del libro a Bascuñana, relacionándolo con Miguel Hernández y la Tahona de los Fenoll y, en uno de ellos, menciona los sendos poemas que dedicaron ambos al guardameta Lolo del Orihuela C.F.

Antonio Luis Galiano Pérez (Cronista Oficial de Orihuela), en su Artículo en La Verdad, Edición Alicante, de fecha 21/05/2010, que titula “Los hombres colorados”, refiriéndose a los trabajadores oriolanos molineros de pimentón, entre ellos destaca a José Murcia Bascuñana “El Arriero”, rapsoda y barítono, operario del Molino de la Trinidad, que acudía con la ropa y cuerpo cubiertos de polvillo rojo a intercambiar sus aficiones literarias con Miguel Hernández y resto de compañeros de la panadería de Carlos Fenoll. También en La Orihuela de Miguel Hernández (1910-1942), de varios autores, editado por la Fundación Cultural Miguel Hernández, Galiano colabora con un Artículo titulado Personajes oriolanos de una comedia humana terminada en tragedia. Hacia una revisión de personas y actitudes, donde hace una reseña y da cumplida cuenta sobre José Murcia Bascuñana, con relación a la Tahona de Fenoll.

Los escritores Luis Mariano Abad Merino y José Antonio Torregrosa Díaz participan, al alimón, en La Orihuela de Miguel Hernández con el Artículo que titulan como La literatura en la Orihuela de Miguel Hernández, en su Capítulo llamado ¿Una Generación Oriolana de 1930? escriben sobre la Tahona de Fenoll y sus personajes, entre los que figura José Murcia Bascuñana y, en donde exponen su opinión razonada sobre la referida tertulia literaria que en ella se celebraba.

Francisco Martínez Marín, en su obra elemental titulada Yo Miguel, sobre la vida y obra de Miguel Hernández, también habla sucintamente sobre la Tahona y de José Murcia Bascuñana, al que da como incorporado a ella cuando ya estaba constituida, cuando en la realidad él figuró siempre desde el principio.

Por último, me voy a referir a Ramón Fernández Palmeral que, según mi opinión, es el que más ha ahondado en el tema de la Tahona, hasta el punto de acercarse a la realidad, describiendo con pelos y señales a sus personajes, tanto en sus escritos como en sus numerosas conferencias sobre el mismo, reflejado mayormente en el libro Miguel Hernández. El poeta del pueblo (biografía en 40 artículos) Editorial ECU. Alicante, octubre 2019 y también en Carlos Fenoll: trayectoria vital y poética. Año 2012. Editado por el Ayuntamiento de Orihuela. Según creo recordar reivindicó que a José Murcia Bascuñana se le incluyera en el denominado “Grupo de Orihuela”, en donde no figuraba y, que se hiciera justicia a la Tahona, pues Miguel y sus compañeros se lo merecían.

En cuanto a la personalidad de José Murcia, ya se muestra en todo lo escrito anteriormente; que era sumamente cordial con todos sus amigos y conocidos, de forma que todos lo añoraron ante su ausencia. Estoy seguro que fue uno de los que más ayudaron a Miguel Hernández en su carrera literaria y, seguramente apoyaría la moción que presentó su compañero de Corporación (y de la Tahona) Alfredo Serna, en el Ayuntamiento de Orihuela, en una ayuda pecuniaria a Miguel Hernández en su estancia en Madrid. Era muy dadivoso con todos los desfavorecidos de la Sociedad, según me comentaba mi esposa, Piedad, su sobrina carnal (al respecto, y como curiosidad, diré que, en el Libro La Segunda República y la Guerra Civil en Orihuela vistas desde el Puente de Rusia del Autor oriolano Antonio José Mazón Albarracín, en la Página 338, existe una fotografía de un Listado de donantes y donativos que contribuyeron al donativo voluntario organizado por SOLIDARIDAD INTERNACIONAL ANTIFASCISTA, para socorrer a las víctimas del fascismo: en el Listado figuran numerosísimos donantes de Entidades y particulares aportando cantidades, entre los que figuran José María Ballesteros aportando 5 pesetas y, José Murcia con la cantidad de 15 pesetas, llegando algún otro donante a la cantidad máxima de 500 pesetas). En todas sus fotografías que se conservan se le observa una sonrisa franca, sencilla y desbordante, sin aspaviento alguno, como una persona amante de la vida (esto donde más se muestra, es en una fotografía suya inédita que se pasó en mi Conferencia, sin bigote y paseando un perrito): sólo se le ve como circunspecto, abstraído y nostálgico en otra fotografía de perfil, ante el armazón de un barco del puerto de Barcelona, con la vista puesta en la lejanía, tal vez pensando y añorando a su querida ciudad natal, Orihuela.

También he de manifestar que mi suegro, Mariano de Monserrate, hermano de El Arriero, de la misma edad que Miguel, mientras vivió fue muy guardoso de su intimidad y nunca me habló de su hermano, ni de su trágico accidente, ni de la gran amistad que tuvieron con Miguel Hernández; todo esto lo supe ya de casado con Piedad y una vez fallecido su padre, fue cuando me contó entonces todos estos episodios por no obligar a su padre a contarlo porque se acongojaba: tuvo que sufrir mucho con la muerte de ambos, pues a pesar de vivir momentos de felicidad con sus hijos y nietos, yo lo veía en muchas ocasiones como sombrío y apagado.

Yo recuerdo (al hilo de esto que voy contando) que, en mis primeros años de casado con Piedad, acudimos a una manifestación del Partido Comunista (ya legalizado) que se celebró -no sé si a nivel local o provincial- en la Glorieta de Gabriel Miró de Orihuela y un dirigente hizo una alocución desde el quiosco; enfrente del quiosco, pusieron una mesita con libros para la venta al público. Al terminar el discurso, nos acercamos a la mesa a curiosear y vimos entre los libros que exponían a la venta dos ejemplares sobre la vida de Miguel Hernández: uno de ellos, el de Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte de un poeta de José Luis Ferris y, el otro, el de Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández de Josefina Manresa. Entonces, a mi mujer se le iluminó la cara y me dijo: ¡Antonio… vamos a ver si dicen algo sobre mi tío Pepe! Al hojearlos vimos que en los dos había referencias sobre José Murcia y, nos pusimos a dilucidar cuál de los dos nos llevaríamos (entonces, el sueldo de los funcionarios nos venía muy apretado, pues no teníamos ni Seguridad Social): al final, decidimos llevarnos los dos. Desde entonces, mi afición sobre Miguel Hernández fue en aumento, al que casi desconocía.

Sobre cómo se gestó la publicación de la biografía de José Murcia, he de manifestar que fue mía la culpa. Hacía un tiempo que Julio Sarget nos había regalado un ejemplar de la biografía escrito a máquina, diciéndonos que pensaba editarla, pero al final falleció sin haberla editado (he de decir, que Julio ha sido muy reservón en sus intimidades y, al igual que Efrén Fenoll no le gustaba sobresalir, pues al descubrirse con la publicación del libro, le hubiese acarreado estar en la mira de todos y salir en los medios de comunicación, cosa que le desagradaba en exceso -creo que yo me incluyo también-: a su mujer, Encarnación, también le costó convencerlo en publicar sus cuentos y poesías). Con el paso del tiempo, pensé que era un absurdo el tener un libro de tanta importancia sin publicar, por lo que convencí a mi mujer en que se pusiera en contacto con su amiga Pepita para publicarlo. También Pepita puso sus obstáculos porque me decía: -Antonio, ¿Cómo voy a publicarlo yo?, si mi padre no lo hizo es porque no quería editarlo; yo no voy a ser contraria a sus deseos-; a lo que respondí hasta convencerla del todo: -¿cómo no iba a querer tu padre editarlo? -le dije entonces-, es ilógico que diga en el libro quiero dejar bien sentado que mi propósito no es otro que sacarle a la luz con todos los honores, no por capricho personal o vanidad propia, sino con el único y exclusivo fin de que no quede para siempre en un segundo plano este extraordinario personaje. Ahí acabó la dialéctica. Al final, mi mujer y Pepita se pusieron en contacto con D. Antonio Pedrera Soler (de la Fundación Pedrera) para editarlo, quien se desentendió del asunto dejando el ejemplar escrito a máquina en el Casino Orcelitano, desde donde lo rescató Juan José Sánchez Balaguer Director de la Fundación Miguel Hernández para su edición.

Como final refiriéndome a la Tahona, quiero hacer algunas reflexiones y es que, no se ha sabido o no se ha querido interpretar el gran fenómeno ocurrido en ella (lo que es muy difícil que ocurra en más ocasiones y lugares) no estudiando el caso ni ahondando en él, pues entre todos sus personajes elevaron a la cúspide a Miguel Hernández, pero hay que pensar que todos sus concurrentes fueron poetas y escritores que publicaron sus escritos y poesías en la Prensa local mayoritariamente; crearon Revistas y publicaciones; elevaron la Semana Santa oriolana a lo más alto publicando sobre ella; dedicaron sus poesías a las tradiciones oriolanas (como la subida a San Miguel a comerse la preciada mona por Pascua de Resurrección); de esta costumbre, dos han sido los que han escrito poesías sobre ella, Carlos Fenoll y José Murcia: la primera de ellas se titula JUEVES DE CARNAVAL publicada en el Libro “Antología comentada de Carlos Fenoll”, Edición de José Luis Zerón, Editada por el Excmº Ayuntamiento de Orihuela, Concejalía de Cultura de 2012, con motivo del Centenario del Nacimiento de Carlos (con poesías suyas comentadas por ilustres escritores tanto oriolanos como de otras regiones); cuya primera estrofa comienza así: 

San Miguel.

Fragancia a tomillo. Sol.

Sube la gente en tropel

la cuesta de caracol.       

La poesía de José Murcia Bascuñana se titula “EMBRIAGUEZ, AMOR Y JUEGOS”  publicada en su RELATO BIOGRÁFICO, escrito por Julio Sarget Barceló, con Prólogo de Juan José Sánchez Balaguer (entonces Director de la Fundación) e Introducción de Piedad Murcia Ruiz (mi esposa y sobrina carnal del biografiado), Editado por la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela en 2012; de este libro entresaco la séptima y octava estrofa por la curiosidad de la marca del vino que menciona como “la Dehesilla”, desconocida para mi cuando lo leí, no sabía si era real o ficticia:

Y en el último estertor

de Apolo, refulge y brilla

el aurífero color

del vino de la Dehesilla…

 

¡Grato vino, sin rival!...

La gente así lo pregona:

“Nunca hallaremos otro igual

para bendecir la mona”…

De nuevo ambos poetas ensalzan la belleza de la mujer oriolana en sendas poesías; además, Carlos, también se dirige a la mujer alicantina. La primera de Carlos se titula ORIOLANA y aparece en el libro “Carlos Fenoll: trayectoria vital y poética” del escritor Ramón Fernández Palmeral, Editado por la Concejalía de Cultura del Excmº Ayuntamiento de Orihuela con motivo del Centenario del Nacimiento de Carlos, cuya primera estrofa es como sigue:

Su pelo es rubio y tostado,

sus ojos como la noche,

y sus labios, cual el broche

de un clavel inmaculado.

La segunda de Carlos se titula A LA MUJER ALICANTINA y es también del libro de Palmeral, cuya primera estrofa reproduzco:

Mujer alicantina, en tu homenaje,

te ofrezco mi riqueza:

además de un sencillo y negro traje

tengo un mundo transido de belleza.

La poesía de Bascuñana se titula CANCIONES DEL ALMA es del libro de su Biografía; lleva una dedicatoria a una mujer, cuyo nombre puede ser real o ficticio “A la bella señorita/ Francisca Vera, primorosa/ princesita de mi quimera….”, está escrita con un lenguaje apasionado y, al mismo tiempo, con gran delicadeza. La primera estrofa es la siguiente:

Mujercilla encantadora,

de mi cariño ideal…

Tu sonrisa es luz de aurora

que resbala, hechizadora,

por tu boca de coral.

Como se puede observar, sólo he escogido a dos representantes de la Tahona como un botón de muestra: a Bascuñana por su Homenaje y, a Carlos Fenoll de acompañante porque quiero hacer breve el escrito, pero, sin olvidar a los demás en su valía, sobre todo, a los grandes maestros como son Miguel Hernández y Ramón Sijé; la mayoría de ellos murieron a edad muy temprana, lo que segó bruscamente su carrera literaria. A continuación, voy a seguir con José Murcia diciendo que, yo creo que su legado literario se perdió por el camino, ya que mi esposa Piedad, de pequeña, echó en falta un gran paquete de poesías escritas a lápiz, envueltas en una sábana, que se encontraba dentro de una maleta de mi suegro; así como las del cuadernillo donde se encontraba la poesía inédita publicada en el libro de su biografía “COMO SOMBRA DE SOMBRA”, escrita por Bascuñana al estilo romántico de Bécquer (Sevilla 1836-Madrid 1870). También Bascuñana demuestra su amor y devoción a Orihuela en “A MI TIERRA NATAL” del mismo libro, que comienza así:

Orihuela, tierra santa,

tierra de luz y poesía,

es mi voz la que te canta

palpitante de alegría.

Ahora quiero mostrar una poesía completa, de auténtico color localista y costumbrista, que voy a comentar para su mayor comprensión, de otro componente de la Tahona (figura en su libro de poesías que nos regaló y dedicó): dicho autor es el amigo y compañero de Bascuñana, autor de su biografía, Julio Sarget Barceló; la poesía se titula “LA TÍA CHIPILINA”.

El comentario es el siguiente: En Orihuela la escasez del agua es de tiempo inmemorial; por este motivo aquí el agua se ha apreciado mucho. Desde muy antiguo las viviendas de Orihuela carecían de agua potable (hasta la fecha de su implantación y consolidación de la Red de los Canales del Taibilla, ocurrida el 18 de julio de 1966) y, debido a esta carencia, los domicilios particulares se abastecían de ella mediante los aguadores, que acudían a los distintos domicilios para su venta, transportándola envasada en cántaros dentro de un carro arrastrado por un asno; últimamente, el medio de transporte era un motocarro llevando además botellas de gaseosa y otras bebidas refrescantes hasta que desaparecieron. Yo creo que fue debido a esto por lo que existía en Orihuela la costumbre de que, los vendedores o vendedoras, que acudían con su carrito de caramelos, palomitas de maíz, bolsas de semillas de girasol (las famosas pipas) y chucherías para los más pequeños a las puertas de los recintos de espectáculos (fútbol, toros, cine, teatro, etc.) para la venta de sus productos, y que llevasen con ellos  incorporado un gran botijo huertano lleno de agua fresca para su venta “por tragos”, a “perra chica” el trago. Esta escena donde más se notaba era en el primer andén de la Avenida de Teodomiro, frente al Cine Avenida, sitio muy concurrido entonces, que era el lugar donde los jóvenes (chicos y chicas) íbamos en pandilla a pasear y, otros a galantear: dentro del andén, enfrente del Cine se colocaban los vendedores y, de vez en vez, acudía algún transeúnte sediento a solicitar un trago para beber, acto seguido, “a gallete”, la refrescante agua del botijo. Este es el argumento de la poesía y, según mi esposa, la “Tía Chipilina” existió realmente.  

Fue una mujer popular,

pequeñita y parlanchina,

que ostentaba el sobrenombre

de “La Tía Chipilina”.

 

Era enjuta y desgarbada,

nariz larga y vivos ojos,

de contextura encorvada,

la cabeza despeinada

y la agilidad de un lobo.

 

Sabía buscarse la vida

vendiendo de lo que fuera

sin exponer capital,

tal como sal de orija,

los hinojos y los tallos,

la fresca agua en botija

traída del manantial.

 

¡Beber agua! Gritaba

con la botija en la mano.

La Chipilina es que estaba

junto a la puerta del campo

mientras los futbolistas,

mirones y aficionados,

al darle una perra chica

se bebían un buen trago.

 

“La Chipilina” un domingo

ganaba bastantes cuartos,

por lo menos diez reales

que hacían cincuenta tragos.

 

El negocio era redondo,

por eso seguía gritando.

 

¡Bebed agua, señores!

¡Bebed agua, muchachos!

 

 

Como se observa en lo expuesto anteriormente, los personajes componentes de la Tahona de los Fenoll, llevaron siempre en el pecho y en los labios el nombre de Orihuela, pero es que, además, todos estos sentimientos los reflejaron en sus libros y poesías, dándolos a conocer a los cuatro vientos. Hoy en día el Ayuntamiento de Orihuela viene celebrando periódicamente homenajes a nivel individual, en los aniversarios de los más destacados miembros del Grupo, como Miguel Hernández y Ramón Sijé pero, pienso, que se debería escoger alguna fecha destacada para homenajearlos a todos en común. Y, como punto final diré que, en la Ruta turística de Miguel Hernández, echo de menos una placa -como la colocada en cada punto- dedicada a José Murcia Bascuñana, colocada en el número 4 de la Calle Arriba (frente a la Tahona), que es donde vivió junto a su madre y hermanas y donde murió.

 

Antonio Ángel Parra Ruiz

Orihuela, 19 de Enero de 2021

 

 

Hoja publicitaria de la Revista RENACER de Orihuela Nº 32 de fecha 28/mayo/1930, donde aparece el anuncio del famoso Vino de la Dehesilla del poema de José Murcia Bascuñana y, el domicilio donde se dispensaba.

 

 

 

(A la atención de Ramón Fernández Palmeral)