Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

domingo, 19 de marzo de 2017

Cartas de José María Balcells a Josefina Manresa de 1967, sobre los sonetos que le prestó Carlos Fenoll.





Transcripción de la cara manuscrita


Sra. Josefina Manresa:

    El Sr. José Luis Cano me ha proporcionado su dirección.
    El motivo de estas letras es el siguiente: me facilitaron unos poemas de su esposo, que en paz descanse, para su publicación en el estudio que los estudiantes de Filosofía hacemos al termina la carrera. Pero como yo –si no tengo tropiezos- la acabaré en junio próximo y dándose la circunstancia de que en este año se cumplen los veinticinco de la lamentable muerte de su esposo, me he decidido a darlas a conocer para contribuir a algún modo a su recuerdo en este año. Pero para poder hacerlo me dirijo a usted solicitando su autorización y en caso de que usted me conteste afirmativamente, los remitiría con un estudio introductorio a la revista “Insula”.
    Si recibió su aprobación, me pondré a la tarea inmediatamente con objeto de que aparezcan en Octubre, o mediados de Noviembre.
   Le doy las gracias por la atención prestada de leer esta carta de un admirador del poeta.

Atte.
Firmado.- José María Balcells
Dirección Barcelona


NOTA.
(La presenta carta se ha publica con autorización del autor de la carta: José María Balcells. De interés para los estudiosos hernandianos)



Enterada Josefina Manresa de la publicación de los sonetos inéditos por José María Bacells, prestados por Carlos Fenoll, éste tuvo que darle explicaciones en una carta LEER. 
Por lo que se desprende de la correspondencia Carlos Fenoll le mandó lo originales a Josefina.

Josefina no quería que se publicaran inéditos de Miguel Hernández porque se quedaba sin valor ante las editoriales que quisieran publicar y abonar los derchos de autor correspondientes.

 .........................................................Transcripción  de la carta.............................




Sra. Josefina Manresa:
            Recibí su carta. Pero para responderle sobre quién me había facilitado los poemas de su difunto esposo y para enviarle una copia de ellos, me personé en el domicilio del Sr. Carlos Fenoll --que me había autorizado a escribirle a usted-- para darle conocimiento de la carta que me remitió a mí.
            El Sr. Fenoll hace tiempo dejó leer esos poemas a un señor que me parece se llama Fernández Nieto (o Prieto). No recuerda si los copió. Únicamente un servidor --ha transcurrido más de un año-- pudo copiarlos después. Si recuerda mi carta, sabrá que yo quería publicarlos con motivo del veinticinco aniversario de la muerte de su difunto esposo.
            El objeto de estas letras no es importunarla. Es para que se cerciore de que los poemas a que yo me refería son los mismos sonetos que el Sr. Fenoll le mandará. Pero me extenderé más: es mi deber informarla que este señor los retuvo en su poder tantos años porque creía que "no añadían nada a la gloria de Miguel" (al menos, esas son sus palabras). Conversando conmigo, sin embargo, llegábamos a la conclusión de que siendo verdad lo que él afirmaba, eran sonetos que permitían un mayor conocimiento de su obra.
            El Sr. Fenoll obró con la mejor intención --yo le aseguro que no le pasó por la cabeza mermar los intereses de usted ni de su hijo, así como tampoco los enseñó al primero que pasa por la calle. Es decir: yo conocía a este señor hace más tiempo del que es normal para que uno sea un desconocido--. Él sabía que un servidor había dado una conferencia sobre el poeta en abril del año pasado, en Barcelona, como también sabía que la memoria de su esposo me había llevado a mí --y yo el que menos-- a recibir porrazos no por inéditos sino por publicados. Por último, yo le indiqué mi deseo de hacer mi tesis de licenciatura y doctoral sobre Miguel Hernández, cosa que emprendo sin más interés que el deseo de adentrarme en la poesía de su esposo.
        Opino que ha sucedido un malentendido. El Sr. Fenoll es más idealista que el Sr. que le ha notificado la causa de todo esto, persona tal vez más legal, o no. La prueba es que le envía esos poemas por Miguel, persona a quien no conocía el Sr. que malinterpretó al Sr. Carlos.
       Ruego disculpe que me haya extendido tanto. No era mi intención cansarla. Espero que algún día volvamos a tratarnos por medio de Miguel Hernández.
                                                           Atte.
                                                           José-María Balcells Doménech



..........................................

                      
 BREVES APUNTES CONTEXTUALES SOBRE

                          DOS CARTAS MÍAS DE 1967 A JOSEFINA MANRESA



                 Tengo previsto escribir en algún momento acerca de los recuerdos que guardo de Josefina Manresa, y que pertenecen tanto a los encuentros que con ella mantuve, como a mi intercambio epistolar con la esposa de Miguel Hernández. En esta ocasión tan sólo redactaré unas pocas líneas contextualizando muy brevemente las dos cartas que le remití en 1967, y que me ha facilitado la diligencia de Ramón Palmeral, ejemplo de hernandistas por su entusiasmo hernandiano y su cada día más copiosa erudición sobre el poeta de Orihuela.   
                 Respecto a la carta primera, recuerdo que después de varios meses frecuentando, desde comienzos del otoño de 1966, el domicilio barcelonés de Carlos Fenoll, un día me mostró un manojo de sonetos inéditos de Miguel Hernández, entiendo que a vueltas de la amistad que ambos habíamos establecido. Decía que darlos a conocer no iba a añadir nada esencial para el conocimiento del poeta, lo que resultaba bien cierto, con independencia de que de Miguel Hernández nos han de interesar, como aconsejaba José María de Cossío, hasta los rasgos más mínimos de su escritura.
                 Como sea que por entonces tenía previsto hacer una tesina de Licenciatura para culminar mis estudios de Filosofía y Letras, en la especialidad de Románicas, en la Universidad de Barcelona, le dije a Carlos Fenoll que el aludido trabajo de fin de carrera podía consistir en el estudio exhaustivo de esos poemas inéditos que me había mostrado. Y entonces me facilitó copia de ellos con ese destino. Al comentarle al catedrático José Manuel Blecua mi proyecto de tesina me remarcó que me asegurase de que tales composiciones eran inéditas, porque, caso de serlo, además de ser objeto de mi estudio, sería bueno que se diesen a conocer.
                 Una vez le confirmé el carácter de inéditos de esos materiales, me sugirió que de su parte escribiese a José Luis Cano para ver si se podían publicar tales textos en la revista Ínsula, lo que hice tras haber informado de esta gestión a Carlos Fenoll, que la aprobó, argumentándole por mi parte que, de publicarse mi artículo, daría cuenta en él de quién, cómo y por qué me fueron facilitados los poemas. Sería también una manera de contribuir al 75 aniversario de la muerte del poeta. Ese es el contexto que justifica mi carta primera a Josefina Manresa, a la que solicité el correspondiente permiso de publicación, para lo cual José Luis Cano tuvo a bien facilitarme su dirección en Elche.
                 En la segunda de las cartas me parece que queda claro que trato de defender la honorabilid de quien fue persona tan noble como transparente, Carlos Fenoll. Me pareció obligado hacerlo a causa de las malinterpretaciones que, por influencia de comentarios no por bien intencionados menos torticeros de alguien a quien le había participado mi proyecto de tesina acordado con él, ella estaba tentada a hacer de la conducta fenolliana. Un motivo de mucho peso que me llevaría a escribir a Josefina Manresa esa segunda carta es lo apenado que me quedé cuando visité a Carlos Fenoll varios días después de haber recibido él carta de la viuda del poeta. Lo encontré desencajado por la desazonadora congoja que le ocasionó la situación, la cual alivió remitiendo a Josefina copia de los aludidos poemas.
                 Lo hizo en una carta con jugosísimas noticias circunstanciales y extrínsecas sobre los mismos, noticias desconocidas por los biográfos y expertos más cualificados, y que acreditaban que esos poemas los tenía porque Miguel Hernández no solo se los había dado para su sucesiva publicación en Silbo, sino que de sus palabras en la carta a Josefina cabría incluso deducir que incluso se los había “donado”, al margen de que obviamente no formalizase su donación por escrito.
                 Mi propósito, avalado por la generosidad de Carlos Fenoll, de estudiar por vez primera aquellos poemas inéditos en uno de mis más lejanos trabajos de investigación no pudo llevarse a cabo. Hube de cambiar de asunto, pero de ningún modo quise cambiar de autor, no solo porque admiraba la vida y la obra del poeta, sino porque de este modo quedaría complacida también la ferviente admiración que, cada vez que hablábamos de él, se translucía en las palabras y en la mirada de Carlos Fenoll. Realicé entonces una tesina acerca de la técnica de las correlaciones en la poesía hernandiana, y la resumí en el trabajo que, con el título de “Estructuras correlativas de Miguel Hernández”, apareció en el libro de estudios hernandianos Miguel Hernández, publicado por la editorial Taurus en 1975 y coordinado por una de las hernandianas más entrañables, María de Gracia Ifach.   
                               
                                                                                                   José María Balcells
                                                                                                 Boca Raton, Florida,
                                                                                             15 de marzo de 2017            


                                       
                                  

martes, 14 de marzo de 2017

Carta de Miguel Hernández a Pedro Pérez Clotet, donde se cita a Carlos Fenoll, sobre al revista "Isla"











A Pedro Pérez Clotet (1)
(Orihuela, 29 agosto 1933)
Amigo poeta:
Por fin en mis manos: isla. La esperaba esta mañana dominical de estío y se la he arrebatado impaciente al cartero de las manos, lente lírico, barquillo de poesía. Con la precipitación de desenros­carla, he desgarrado ligeramente una de sus superficies de naranja torre de atrás con el sol más moribundo entre sus piedras. De golpe de avidez me la he leído, digo tragado, esta tarde en la siesta en una cueva fresca de cuya oscuridad se aprovecha el paisaje de colinas, torres y huertos por el río, para robustecer con exceso sus luminosi­dades.
Amigo mío: su isla, mi isla, en su 2-3 desde su primer filo húngaro de magiar hasta su postrer filo caudaloso del pintor Rueda y pobre, hasta su final de usted con su nota mejor de mi libro que se besa con «Los collares enfermos» del malagueño, tan poeta, tan poeta que pidió ante su muerte el traslado de sus restos: para no reposar allí definitivamente bello, isla levantina de Tabarca, a mi diminuta isla que sólo he visto desde la costa como un repellón de hermosura terrestre en el agua, es un puro regolfo de poesía donde han ido a desembocar, lo mismo que en el mar, ríos desde el río de categoría y ducho hasta la fuente precoz, pirata y verde.
Su contenido nuevo ha pasado bajo mis ojos varias veces —más pasará— como un desfile su belleza: Urbano, Jarnés, Vallejo, Pe­mán, Carmen Estevan, Manolo Gil, María Casas, en fin, todos los poetas que nutren las páginas de isla dicen cosas estupendas. Este 2-3 es muy superior, al número primero de la revista. Ha hecho usted porque así fuera ¿verdad?
He dado a Fenoll [Carlos] su número. Creo que le escribiré pronto. La dirección de Sijé: Ramón y Cajal, 27, piso primero. Piensa escribir­le o enviarle la revista.
Estoy acabando mi segundo libro para enviarlo a octubre al Con­curso Nacional. Definitivo original. Poemas de factura clásica. Al revés de Perito en lunas éste es un libro descendido y descendiente del sol, solar. Claro y concreto, me parece que como no haya comi­da de negros, será para mi ambición el premio destinado por el Estado al mejor libro lírico. Ahí va esa fotografía deportiva, cañónigo x que destrozo de cuando en cuando algunos versos dándole con la cabeza, con el balón. Como advertirá mis ojos casi desafían al sol que me abofetea de brillo la cara a esa luz tardía que Jorge Guillen vio con presencia. La tierra que piso en ella, la anduvo jugando Gabriel Miró: es la del patio del colegio en que pasó su infancia y adolescencia entre oscuridades jesuítas. Si la Kodak hu­biese desviado un poco el objetivo hubiera salido el muro que tiene arriba esa ventana de la enfermería en que sintiera enfermo «las primeras tristezas estéticas». La gente que me rodea es toda obrera e inocente.
¡Eh, su Trasluz! ¡Mándeme en seguida su Trasluz\ Cuando quiera puede pedirme algo para la tercera salida de isla, que, como tal, para estar perfectamente tiene que tener algún naufragio transitorio y vigoroso.
Saludos y un apretamiento de manos.
Miguel Hernández Giner.
En mi huerto a la hora en punto de la una del día 29 de agosto de este año (hora de comer Orihuela).
Marqués de Cádiz, 5.
Cádiz.

lunes, 13 de marzo de 2017

Carta de Miguel Hernández a Pedro Pérez Clotet donde ciata a Carlos Fenoll y a Ramón Sijé.

Gracias a esta recomedación Carlos llegó a publicar "La Gitana" en la revista "Isla" de Cádiz en en 1933, el poema está publicado en el libro "Carlos Fenoll, trayectoria vital y poética".

domingo, 12 de marzo de 2017

Carta inédita de José María Balcells a Josefina Manresa, donde cita a Carlos Fenoll, éste le prestó 6 sonetos inéditos


Enterada Josefina Manresa de la publicación de los sonetos inéditos por José María Bacells, prestados por Carlos Fenoll, éste tuvo que darle explicaciones en una carta LEER. 
Por lo que se desprende de la correspondencia Carlos Fenoll le mandó lo originales a Josefina.

Josefina no quería que se publicaran inéditos de Miguel Hernández porque se qauedaba sin valor en las editoriales que quisieran publicar y abonar los derchos de autor correspondientes.

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( Transcrpción de la carta por Vicente Luis Fenoll)






Sra. Josefina Manresa:
            Recibí su carta. Pero para responderle sobre quién me había facilitado los poemas de su difunto esposo y para enviarle una copia de ellos, me personé en el domicilio del Sr. Carlos Fenoll --que me había autorizado a escribirle a usted-- para darle conocimiento de la carta que me remitió a mí.
            El Sr. Fenoll hace tiempo dejó leer esos poemas a un señor que me parece se llama Fernández Nieto (o Prieto). No recuerda si los copió. Únicamente un servidor --ha transcurrido más de un año-- pudo copiarlos después. Si recuerda mi carta, sabrá que yo quería publicarlos con motivo del veinticinco aniversario de la muerte de su difunto esposo.
            El objeto de estas letras no es importunarla. Es para que se cerciore de que los poemas a que yo me refería son los mismos sonetos que el Sr. Fenoll le mandará. Pero me extenderé más: es mi deber informarla que este señor los retuvo en su poder tantos años porque creía que "no añadían nada a la gloria de Miguel" (al menos, esas son sus palabras). Conversando conmigo, sin embargo, llegábamos a la conclusión de que siendo verdad lo que él afirmaba, eran sonetos que permitían un mayor conocimiento de su obra.
            El Sr. Fenoll obró con la mejor intención --yo le aseguro que no le pasó por la cabeza mermar los intereses de usted ni de su hijo, así como tampoco los enseñó al primero que pasa por la calle. Es decir: yo conocía a este señor hace más tiempo del que es normal para que uno sea un desconocido--. Él sabía que un servidor había dado una conferencia sobre el poeta en abril del año pasado, en Barcelona, como también sabía que la memoria de su esposo me había llevado a mí --y yo el que menos-- a recibir porrazos no por inéditos sino por publicados. Por último, yo le indiqué mi deseo de hacer mi tesis de licenciatura y doctoral sobre Miguel Hernández, cosa que emprendo sin más interés que el deseo de adentrarme en la poesía de su esposo.
        Opino que ha sucedido un malentendido. El Sr. Fenoll es más idealista que el Sr. que le ha notificado la causa de todo esto, persona tal vez más legal, o no. La prueba es que le envía esos poemas por Miguel, persona a quien no conocía el Sr. que malinterpretó al Sr. Carlos.
       Ruego disculpe que me haya extendido tanto. No era mi intención cansarla. Espero que algún día volvamos a tratarnos por medio de Miguel Hernández.
                                                           Atte.
                                                           José-María Balcells Doménech

(¿1967?)