Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

lunes, 30 de enero de 2012

LA NECESARIA Y URGENTE RECUPERACIÓN DE CARLOS FENOLL

Por José Ruiz Cases (Sesca)

"Yo no puedo, no sé clasificar o este poeta. Temo que al clasificarlo me clasifique yo mismo" (Ramón Sijé)

Nunca sabré exactamente por qué, pero siempre me cayó muy bien Carlos Fenoll. Como de Miguel y Ramón Sijé supe de Carlos en plena niñez, si bien a diferencia de los primeros su producción poética me fue prácticamente inalcanzables En la década de los setenta, el azar me brindó una ocasión única de haber satisfecho mi curiosidad, al coincidir con una señora mientras esperaba el autobús diario que en Barcelona me trasladaba de la Central de Correos.

Llevaba estas señora el libro de don José Guillén "Antología de Escritores Oriolanos" (1) en la mano y le expresé incontenible mi júbilo presentándome como oriolano. Ella correspondió efusivamente, brindándome regocijada y cordialmente su domicilio en la calle Aurora, 7. Se llamaba Ascensión, Ascensión "la Valera", y era la esposa de Carlos Fenoll fallecido en Barcelona tres o cuatro años antes.
Supermiado y comprometido en clandestinas actividades sindicales, no encontró el momento oportuno para acercarme a una calle "a tiro de piedra" de mi centro de trabajo. Lo lamento. Al poco tiempo amigos de Barcelona me enviaban una publicación de corte ácrata quiero recordar, en la que destacaban la presencia poética de Carlos Fenoll, publicando su testimonio “Canto encadenado”.

De regreso a Orihuela, vi –y participé, como tantos- en el reencuentro y regreso de Miguel lo "hernandiano". Como era mi niñez me ha sido relativamente fácil conocer hasta "el milímetro" la vida y obra de Miguel y Ramón Sijé. Ahora como entonces, me cuenta acercarme a la vida y obra de Carlos Fenoll. Y echo de menos una digna publicación compilatoria de su obra y biografía, en línea por ejemplo a la publicada por el profesor José Muñoz Garrigós sobre Ramón Sijé, auspiciada por la Universidad de Murcia y la Caja Rural Central de Orihuela.

Creo, sinceramente, que es lo mínimo (¿para cuándo un Centro de Educación con su nombre?), que se merece uno de los oriolanos más auténticos, nacidos en lo que va de siglo. Yo espero con impaciencia ese momento y ese obligado acto de reparación y homenaje que, en mi opinión, adeuda Orihuela a uno de sus hijos más trascendentes y arquetípicos de su no siempre bienlograda (sic) cosecha. El ansiado momento de conocer plenamente -que de no clasificar- a este enigmático hombre, con marchamo poético de maldito, desencadenado su canto visceral y puro del exilio, olvido e indiferencia en que hasta el momento me parece sumido.

(Publicado en "La Lucerna", Orihuela, Año VI, nº 41, dicimbre 1995, p.15)


Nota biblografica de Ramón Palmeral
1)Antología de Escritores Oriolanos, premio Ramón Sijé, de José Guillén & José Muñoz Garrigós. Publcicaciones de Excm. Ayuntamiento de Orihuela. 1974. ISBN 84-500-1128-0. las páginas dedicada a Carlos Fenoll son las pp. 179 a 192 (no trae retrato).
Gracias al entonces alcalde de Orihuela Pedro Cartagena Bueno. Se acabó de imprimir en los Talleres Tipográficos Imprenta de José Zeón Terrés, el día 15 de mayo de 1975, festividad de San Isidro Labrador. Como Delegado del Servicio de Publicaciones estaba Manuel Martínez Galiano. La Comisión de Educacuón estaba integrada por Juan Díaz Andreu, José Guillén González, Antonio Pedrero Soler y Aurelio García Tafalla.




COMENTARIO de los autores del referido libro, página 188:

El soneto, de inspiración doméstica, nos ofrece la exacta medida del amor que el poeta dedicó siempre a su esposa. La estructura de la composición responde a un esquema tradicional: los cuartetos son las estrofas determinantes, los tercetos son las determinadas. En los primeros se integran los elementos positivos: primavera —con valor simbólico_ flores, mundo nuevo, luz. En los segundos se aprietan los elementos negativos: realidad, tristeza, destrucción, pérdida de la fantasía. Pero el poeta equilibra la oposición de ambos conjuntos, magnificando el amor que crece a la sombra de los elementos negativos, indudablemente, los cuartetos son de mejor calidad que los tercetos. En estos últimos hay palabras forzadas, quizás por la rima, y la frase exclamativa final no tiene la carga lírica que las estrofas determinantes exigen. Pero el acento conmovido perdura hasta el último verso.

LA HORA MALDITA

Todo canta, sin duda, a su albedrío
la ventura de estar vivo y despierto
bajo el grito del sol; la calle, el huerto,
el pájaro, la flor, el aire, el río...

Todo canta, sin duda, en torno mío,
más todo, hasta el amor, está ya muerto
para mí en este instante —que no acierto
nunca a vencer— de espeso y lento hastío.

Esta es, aquí está la hora maldita:
no es la piel de la noche tan oscura
ni la angustia mortal tan infinita.

¡Alma, rasga tu noble vestidura,
que es la hora que a mí se precipita
a un infierno de alcohol y de locura!


Carlos Fenoll (Intimidad poética, Alicante, 1943)