Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

jueves, 19 de abril de 2012

"Ramón Sijé, en su vida de amor", por Carlos Fenoll



RAMÓN SIJÉ, EN SU VIDA DE AMOR

En la denominada calle de Arriba de Orihuela, vivió la única novia de Ramón Sijé hija de padres artesanos y hermana mía, hoy residente en la América del Norte.

Calle antiquísima, agobiada por un lado de sierra y por todos de tan numerosa gente como sólo acumula la pobreza; larga y recta, cegada a un extremo en cuyo ante fondo se levanta una arcada que sustenta el camerín de la virgencita Nuestra Señora María de Monserrate, hallándose, por cierto, la humildísima casa donde nació y creció el gran poeta Miguel Hernández.

Calle abigarrada y ruidosa, convertida tan pronto, hoy ya, en enlutado sagrario del corazón de mis recuerdos: vino a ella Ramón Sijé, recién nacido al amor, tras su estrella amorosa, Josefina. Sijé se enamoró profundamente, libre de preocupaciones sobre el porvenir económico, respondiendo solamente al fuerte impulso de su corazón y a la confianza en sí mismo respecto a la lucha por la vida, y Josefina fue, casi sin darse cuenta, despojándose de niñerías y hasta de quizás, algunas alegrías extemporáneas bajo la gran influencia espiritual de su novio. Así que se amaron muy armoniosamente cuando fueron en el alma, iguales.

Muchas frases y pensamientos de su Estudio sobre el Romanticismo los expresó Ramón Sijé, bruscamente, a lápiz sobre el mármol del mostrador de nuestra panadería, durante las horas de la noche –de siete a nueve--, rigurosamente, que disponía para su coloquio amoroso y que tantas veces le robamos Miguel Hernández y yo, transformándose el idilio en tertulia, el manso rumor confidencial en charla general y risa. Y allí, donde el alma, la mística olor del pan subsistía después de vendido, leyó sijé muchas cuartillas que luego constituyeron las más sabrosas páginas de su revista El Gallo Crisis. Cuando apareció con “El gallo de la libertad y la tiranía” de sus constantes desvelos –Corpus de 1934- se lo dedicó a Josefina con estas palabras: “A mi nena, este primer número de una revista que soy yo mismo: mi afán y mi trabajo”. Y en el número doble 3 y 6 –Pascua de Pentecostés 1935—la dedicatoria dice: “Muchos dolores me suponen esta obra, que parecer va a terminarse con estas páginas. Tú eres el gozo y el mío”.

¡Calle de Arriba!. Tan densa de humanidad durante el reinado del día, tan alta de espiritualidad –que una cristalina campanita de Santo Domingo rubrica al amanecer—cuando los astros te coronan: a Ramón Sijé, menudo, moreno, inquieto, que te llegó a amar porque en ti amó su corazón, se lo llevó, celosamente, la muerte. A Miguel Hernández, que era un vivo reflejo de ti, en su vida y poesía; que te llevaba en el corazón y la memoria de su influencia, de su adolescencia y de su tremenda y fecunda juventud, se lo llevó, violenta, la muerte. A Josefina, la novia eterna de Ramón Sijé, vino la ventura de su amor a buscarla y se la llevó, la vida.

Y hemos quedado solos tú y yo, Calle de Arriba...Y hoy que tantos pájaros cenicientos picotean mi corazón, he de besarte.



NOTA.
Mostramos la publicación en "Juventud Mariana", de Orihuela, nº 16, julio y agosto de 1950, p. 15. Aportación realizada por Aitor L. Larrabide de la Fundación Cultural Miguel Hernández.

Originarimante se publicó en la revista "Estilo" de Elche, en 1947.