la frase "exterir remero del horno" se refiera al octava real XXII de "Perito en lunas" está dedicada al panadero poeta y amigo íntimo Carlos Fenoll:
Octava XXII
Aunque púgil combato, domo trigo:
ya cisne de agua en rolde, a navajazos,
yo que sostengo estíos con mis brazos,
si su blancura enarco, en oro espigo.
De un seguro naufragio, negro digo,
lo librarán mis largos aletazos
de remador, por la que no se apaga
boca y torna las eras que se traga.
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Transcripción del texto de la carta
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Transcripción del texto de la carta
Querido Miguel -- Llama y ceniza. Aquí, al pie del
horno, exterior remero del horno, como tú me llamaste un día, escribo,
traspasado el corazón por la vida, la pasión y la muerte de Pepito, frente a
los dos símbolos: la llama y la ceniza.
Pienso
que el tiempo va a tener que librar una de sus más rudas batallas para
conseguir curar y cerrar en nuestro corazón esta herida aterradora de abismo.
Pienso
ahora que Sijé era gigantesto, como una encina milenaria, puesto que sentimos
pavor en el desamparo infinito que nos deja la ausencia de sus ramas.
Pienso
en ti, Miguel, que eras su hijo espiritual más querido; al que más quería
porque se le descarriaba un poco de vez en cuando... En ti, y en tu dolor y tu
pena, Miguel, pienso yo constantemente, por no haber tenido ni el consuelo de
verle muerto y besarle la frente. Consuelo que al fin y al cabo hemos tenido
todos nosotros. Si nosotros no creemos,
si nuestro espíritu se resiste a fijarse, a clavarse en la idea de que ha
muerto, ¿qué serás tú? Tú que no has sentido el hedor de su frente entre tus
labios...
Sijé
se metió en cama el mismo día que nació mi hijo, el 15 de diciembre, a las 8 de
la noche, una hora después de haber venido a verlo con Josefina. Pues todo fue
llegar de mi casa al horno que sentir un pequeño dolor en el bajo vientre y
decirle a mi hermana que se iba a su casa a meterse en cama. Al otro día le
escribía a Josefina diciéndole que le había dado un poco de fiebre, que se
había purgado. Que no se inquietara... Así siguió la cosa hasta el último día,
escribiéndose ambos regularmente, sin que en ningún momento se notara la sombra
que lo iba cercando.
Ya te
dije en mi carta anterior que la gravedad se presentó la misma noche-buena, a
las 7 y media o las 8, y que tres horas después había muerto. Fue como un rayo.
Su
médico de cabecera fue Don Antonio Mira, que empezó a curarlo por una infección
al estómago. ¿Estaba el mal ahí, realmente? por muchas cosas, por muchos
síntomas que vieron después Plaza y Ruiz, casi se afirma que no. Se afirma más
la creencia de que fue una pulmonía secreta, galopante, porque cuando le
movieron para echarle a la caja se le salían unos hilos de sangre por la boca.
A Don Antonio Mira lo culpa la gente de su muerte, aunque Marilola, mi hermana,
confiesa ahora que Pepito le dijo estas palabras antes de morir: "Que no
culpen a Don Antonio Mira de mi muerte, pues yo sabía que me moría desde el
primer día que me metí en cama. Porque la última noche que me vine de casa de
Josefina con el dolor, cuando iba por la puerta de la catedral se me apareció
el Señor y me dijo: vuelve sobre tus últimos pasos y despídete de Josefina,
pues no la verás más."
Categóricamente,
en resumen, nadie ha podido decir de qué ha muerto.
Lo
cierto es que lo hemos perdido nosotros para siempre.
En lo
concerniente a homenajes, por ahora los propósitos son halagüeños. José Mª
Quílez Ballesteros, Martínez Arenas, Juanito Bellot, Augusto Pescador, Alfredo
Serna y otros significados de aquí se han encargado de todo. Se va a abrir una
suscripción en el periódico local "Acción" para costear su monumento.
Y a la calle de Arriba se le dará al nombre de Ramón Sijé, en lugar del de Abad
Penalva que tiene ahora. También se ha acordado de que, en caso de que no se le
premie el libro en el concurso nacional, hacer aquí una edición del mismo a
todo lujo, poniendo un precio elevado por ejemplar.
Y
algún acto no previsto todavía. Ya le han mandado noticia de su muerte a todos
los escritores de España amigos suyos. En caso de que te soliciten para alguna
cosa estos de la comisión de homenaje, ya te avisaré. No creo que se enfríen
los ánimos; ya veremos.
Josefina
me encarga te diga que ella misma te escribirá.
Le di
la cuartilla que le mandabas en mi carta y lloró mucho.
Mi
hijo está muy bien. Es muy guapo. Mi mujer está en línea perfecta.
Recibe
un fuerte abrazo nuestro,
Carlos
Orihuela, 31
de diciembre
1935