Transcricción de carta:
Miguel: También a mí me producen mucha alegría tus
cartas. Las leo yo no sé las veces. Muchísimas. Y, si como ésta última, es
escrita a tinta, aún dice más a mi corazón. Ya sabes que tu letra tiende a ser
hermana de la mía y muchas veces --no habíamos visto por este Entonces ni un
solo verso nuestro escrito a máquina-- se ha encontrado embarcada en
improvisadas cuartillas en la imprenta donde se imprimía cualquier periódico
local. Versos sentimentales, tallos adolescentes de nuestro jardín interior,
que los hacía buenos la gran cantidad de ilusión y corazón que poníamos en
ellos. Aquellos tuyos iniciales de "Al verla muerta", y aquellos míos
de cuando pretendía ser un bohemio a lo Carrère, "Vieja mesa de
café"... Casi no puedo substraerme de cantar aquí aquel magnífico
Entonces. El alma va conducida por el recuerdo hasta los días dichosos, más
dichosos que éstos, de nuestro despertar a la poesía. De todas formas hago un
esfuerzo de voluntad para ahogar la nostalgia espumosa que me sube a la
garganta... Tapio con un cristal de lágrima esa tumba de nuestro ayer y
suspiro. A otra cosa, ¡ay, Miguel! Que tu trenza de aquella Navidad ya no
existe. No dudes que para mí representaba un símbolo: el del trenzamiento de
nuestra amistad. Pero... las moscas la tomaron, primero, por trapecio; luego
por escala romántica para subir hasta el amor humano, más tarde... por retrete.
Y de ahí que la pusieran hecha una lástima y de que ahí que mi mamá, aludiendo
a razonamientos de estética pura, la eliminara. ¡Pero no se ha perdido todo! Es
así, desgarbada, alucinante... Algo así como el bubo o el tío del saco de las
trenzas. ¡La veo! La pobre sólo tenía el valor moral de haber nacido de las
manos de un gran poeta. Descanse en paz, vuelta al polvo de la blanca harina.
Tu
poema ha chupado hasta la última gota de mi entusiasmo. Tú me advertías:
"que te parezca bien", y yo, por no obedecerte, porque no me someto a
ninguna tiranía, te digo que me parece Colosal. ¿Qué? ¡ah, bueno! Sí, Miguel: me
ha gustado, sencillamente, que es totalmente. A Sigé le pasó con el poema algo
parecido a mí: también le chupó muchas gotas de entusiasmo. La sangría que más
bebió fue ésta: "prolongar a mis padres hasta la eternidad". ¡Muy
bien, Miguel! Ambiciono otro poema tuyo. Ya voy apreciándolos en su justo
valor.
Te
doy las gracias más sinceras por el interés que demuestras en publicar un poema
mío en "Caballo Verde". No puede ser. No lo tengo ni lo hago adrede.
"Ha de venir a buscarme". "Yo no sé cómo decírtelo", según
reza un fandanguillo. ¡Ay, ojalá lo tuviera, para montar en ese "Caballo
Verde"! Te enviaré un poema no sé cuándo ni a dónde; a lo mejor a América.
Hoy tengo muchas preocupaciones. Mucho trabajo. ¿No comprendes?
Pues
Bascuñana, nuestro "Casto divo", está moliendo. Me dice que tu sangre
será un camino, pero que la suya es un molino de impaciencia. En cuanto termine
la temporada con "La Industrial", teatro rojo de sus penas, se clava
en Madrid y dice: ¡¡¡Atrás!!! Ya sabes quién es él cuando dice eso en "Katiuska".
Sí: está ahorrando algo de plata para irse ahí. Por lo pronto aquí te lo mando
en mi compañía. Bueno, compañía... porque Cotanda nos ha quitado
"reciprocidad", amistad; ¿no parece que estamos despreciándonos
mutuamente así espalda con espalda? ¿Porque se le ocurrió "eso" a
Cotanda? El Fefo fue el que "sacó la cara" por los retratos, pero en
vista de que no se explica el porqué nos peleó Cotanda, dice que ahora lo que
va a hacer es esconder la cara todo lo posible para no pagarlos. Yo he dicho
que eso que él ha dicho está muy bien dicho, y, dicho esto, he invocado la
pluma épica.
Mi
hermana Josefina me encarga te dé sus recuerdos y sus gracias por tus galanterías.
Es la perfecta coqueta. Se pone la mar de contenta, el cosquilleo del halago,
cuando le dedicas unas palabras con el baño de María.
Mi
mujer sigue tus consejos al pie de la letra. Las esquinas, las escaleras, son
desde entonces su obsesión. Y se ríe de buena gana cuando recuerda aquello de
tu última carta de que la vida te importa un pijo.
Yo...
Buenos. Yo voy ahora al Horno a traerme un panecico de a media libra, caliente,
y a echarle mantequilla... ¡qué rico! Luego un trago de vino. Luego un cigarro.
Más luego me pondré a leer algo que tengo aquí de Ortega y Gasset. Así que
hasta la vuelta.
Un abrazo.
" ídem
" ídem
" ídem.
Carlos
Fenoll
Ya que no
"Caballo Verde" lo que sea. En tal que sea algo bueno. Si es tuyo
mejor
...
y bien.
Fin.
Empecé a escribirla Sábado, la
terminé Domingo. La echo al buzón Lunes en la noche. La recogerán mañana,
Martes.
¡Cómo se me mueren las rosas en las
manos! O las cosas.