Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

viernes, 20 de julio de 2012

"Canto encadenado" UN BELLO Y PATÉTICO LIBRO

"Canto encadenado"
UN BELLO Y PATÉTICO LIBRO

Canto encadenado, de Carlos Fenoll, es un bello y patético libro.
Si a Carlos la dedicación a la poesía le costaba lágrimas. Manolo Molina ha dado a los lectores este libro del poeta oriolano también con lágrimas. ¿Cuántas lágrimas interiores habrá vertido Manolo Molina ante estos poemas y antes la figura que se le presentaría y le hablaría de Carlos Fenoll? Y eso que manolo se ha achicado, franciscanamente, para que Carlos creciera. De ahí la impoirtancia de esa fotografía –clave- que surge en las páginas 48-49 del libro. En ella vemos a Manolo Molina, en cuclillas, por debajo de Varlos, caso a los pies de Carlos. Y esa ha sido la postura o posición de Molina en la confección del libro de Fenoll.

Soy un profesor, y mi aportación y mi aportación, aquí y ahora, en estas breves líneas, tendrá ese carácter.
Del libre de Carlos me ha llamado poderosamente la atención el poema central o clava titulado «El canto encadenado».

El tema de dicho poema no es otro que el deseo de cantar, elevarse y dedicarse a la poesía, pero ante este anhelo, Fenoll se ve «encadenado» por las necesidades apremiantes de cada día, por ello exclama que él tiene que cambiar «el oro del cielo por el cobre del mundo material».
De esa forma, deseando vuelos a otros mundos los poéticos, los del ensueño— afirma su encadenamiento a la realidad, y lo afirma fundamentándose en dos motivos, en dos amores: «dos niños corazones/arroyuelos que cantan la misma sangre mía» y «el amor a mi esposa».
Aunque la realidad, a Fenoll, le «robe el sueño, la luz, la primavera», se siente poeta y siente la poesía, de ahí la última estrofa:
«Cantaré entre herramientas de fatiga y quebranto
ya que un fuego inmortal, divino, me lo ordena.»

Observemos esos dos sinceros versos: se inician con un verbo en futuro —«canta¬ré»- que indica una acción futura decidida en el presente, a lo que se puede añadir la entonación versal y, de esa forma, se con¬vierte en una forma resolutiva de mandato.
Por no poder consagrarse a lo suyo —la poesía—:
«habrá un dejo de amargura en mi canto
mientras llore mi alma su pesada cadena.»

Espontáneamente, de este poema de Carlos surgen dos ideas que son una constante dominante para los que sienten la poesía: primera, la poesía es un don; segundo, el mundo material «encadena» ese ansia de vuelo que trae consigo la poesía. De ahí ese vocabulario amargo, ese vocabulario que cae dentro de un campo semántico negativo y oscuro: «ligaduras», «destino imposible», «amarga», «desespera», «duro», «estrangular», «quebranto», «pesada cadena»...

MANUEL RUIZ-FUNES FERNANDEZ.
Revista Idealidad, Alicante, marzo-abril 1978

(Archivo de Gaspar Peral Baeza)