Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

domingo, 5 de febrero de 2012

La amistad de Carlos y Gabriel Sijé



(Justino Marín con unos amigos, en Orihuela en 1942. Archivo de Maruja Varó)


Justino Marín Gutiérrez, más conocido en el mundo de la literatura por el seudónimo Gabriel Sijé que adopta cuando comienza a escribir y que se debe a su pasión por el estilo literario de Gabriel Miró y al amor y respeto que sentía por su hermano, Ramón Sijé.

Oriolano de aspecto amable y a la vez débil, nace en Orihuela el 30 de octubre de 1915, en el seno de una familia humilde dedicada al comercio de tejidos.

Inicia sus estudios de Bachillerato en el colegio de Santo Domingo, y los continuará en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza.

Será su hermano el encargado de introducir a Gabriel Sijé en las tertulias de la tahona. En un principio, el menor de los Sijé, bien por su juventud o por desconocimiento, no participará activamente en dichas reuniones, pero pronto su presencia se hará más frecuente, y se adentrará en ese ambiente tan especial que se vivía en la trastienda del horno de la familia Fenoll.

Con tan sólo 21 años, Gabriel Sijé junto a su familia sufren un triste acontecimiento que abatirá en especial al joven literato. El 24 de diciembre de 1935, fallece el primogénito de la familia Pepito Marín Gutiérrez [Ramón Sijé]. Es a partir de este momento cuando la familia en general, y Gabriel en particular, se verán inmersos para siempre en un estado de tristeza y silencio.

En la primavera del mismo año, Gabriel Sijé junto con Carlos Fenoll, Jesús Poveda y [Ramón Pérez Álvarez ]fundan una modesta revista literaria (quizás en homenaje a la que años atrás publicase Ramón Sijé, ‘El Gallo Crisis’), ‘Silbo’[mayo y junio de 1936], que aunque de corta trayectoria (sólo se publicaron dos números) recogió artículos de gran interés y de destacados autores.

En 1942, Gabriel Sijé que cursaba estudios de Filosofía y Letras en Murcia, se ve obligado a abandonarlos debido a la precaria situación económica que vivía su familia.

Tanto la muerte de su hermano, como la apremiante situación familiar le empujarán frenéticamente a la pasión de escribir, y de destruir de forma compulsiva gran parte de lo que producía, por ello son pocos los textos que nos ha dejado. En su producción literaria encontramos poemas en prosa, cuentos, artículos, teatro, conferencias. Aunque de la mayoría de estos textos solo quedan los títulos: ‘Don Servando ilusión’, ‘Locura’, ‘Monólogo de arte’, ‘Nada pasa y Sombras’.

El 28 de marzo de 1942, la muerte de “otro de sus hermanos”, Miguel Hernández, golpea nuevamente en la vida de Gabriel Sijé, quien intentará sobreponerse, pero su salud comenzará a deteriorarse. A pesar de su decaído estado de ánimo, continua escribiendo, autocriticándose y censurándose.

A principios de 1944, con su cuento ‘Una historia demasiado vulgar’ gana el premio ‘Concha Montalvo’ convocado por el semanario ‘Domingo’. Y es en este mismo año cuando Gabriel Sijé verá su primera y única obra publicada en vida, ‘Del Sencillo Amor’, conjunto de poemas y cuentos dedicados a su máxima ilusión: su amada Carmen. En la Semana Santa de este año, es visitado en su casa de la calle Mayor por carlos Fenoll, Manuel Molina y Vicente Ramos]

El amor y el entusiasmo por los libros le llevará, junto con su familia, a abrir una librería conocida por ‘Biblión’, en Orihuela. Pero su lamentable estado de salud le obligará a desatender el negocio familiar.

El 20 de junio de 1946, día del Corpus Christi, Gabriel Sijé, alma pura, sencilla, sensible, débil, abatida, se volvía a reencontrar con sus “hermanos”. [Carlos estuvo en su entierro junto a Ramón Pérez Álvarez, que ya había salido de la cárcel]

De esta forma desaparecía el tercer y último hijo de la familia Marín Gutiérrez, y con él las desgracias que los abatía desde la muerte del primogénito.

Verónica G. Ortiz
Mª Carmen Rabasco Hernández
Página de la Fundación Cultural Miguel Hernández



Tras la muerte de Justino el 20 de junio de 1946, Carlos escribe un recordatorio
:

A GABRIEL SIJE
«Cuando haya muerto, vosotros, los que me amáis, no llorad sobre mi tumba. Entended que mi vida sólo puede ser dichosa en ¿silencio, anegada de silencio y tierra; por eso no debéis llorar"


Esto nos pedías a cuantos te amábamos, Justino, en una página fe tu libro, Del sencillo amor.

Pero tú has sido para mi corazón tan pródigo del tuyo, y tu sola presencia me alivió tantas veces el alma atormentada, tornándomela dócil y serena ante la vida, que si no hubiera llorado por saberte dichoso definitivamente, ni por el brusco desatarse de tantos lazos inefables que nos unían, lo haría sólo por humano egoísmo.

Serías tú, quizá, antes de muerto, como la hermosa y triste luna deshojada de un paisaje solitario y romántico, o como el sol velado de una tarde de otoño; como una cosa de suprema fragilidad, ternura y melancolía; parte integrante de esa belleza sobrenatural que ama ese algo indefinible, vago, misterioso, subterráneo a mi sangre, sobrenatural también... y he llorado por eso. 0 serías quizás, después de muerto, un camino eterno de soledad, sin árboles ni fuentes; camino blanco y duro, aniquilador de todo humano amor, de toda humana esperanza, y he llorado por eso... Pero, no; no lo sé... Te he llorado sinpensar por qué, por la misma fuerza ciega que produce el volcán, las flores v la muerte.

(1946)