Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

jueves, 29 de noviembre de 2012

“Entre col y col, Fenoll (Orihuela,1912 – Barcelona, 1972)”          de Sesca

 

    El día 22 del corriente mes de noviembre, jueves de este otoño placentero, se presentó en La Lonja una “Antología comentada de Carlos Fenoll” en edición de José Luis Zerón.  El acto se circunscribe en ese otoño hernandiano ya clásico pero no rancio.  A diferencia de pasadas ediciones, el de este año ha orbitado en el rescate, a través de su obra, de un hombre y un nombre, Carlos Fenoll.

   Ligado de una forma especial a Miguel Hernández –en opinión de Ramón Pérez Alvarez es su precursor, valedor, y su paño de lágrimas- la Antología, como indica el término, espiga una serie de poemas -26- comentados o glosados  por otras tantas firmas, significadas y representativas del mundo literario local en su mayoría, que no localista.  Con este procedimiento, el lector conoce la vida y obra de Fenoll en tres dimensiones: directamente a través del poeta; por la impresión subjetiva de la lectura directa; y por la glosa ajena.  El efecto es genuinamente sorprendente y enriquecedor; el resultado, un Carlos Fenoll casi irreconocible en su generoso e inteligente reconocimiento.

   Particularmente me ha complacido esta edición.  Recuperar el contexto del plantel  de  nombres y hombres oriolanos, injertos y asociados en la creación artística y cuyo máximo exponente reconocemos en Miguel Hernández, era una asignatura pendiente.  Espero y confío que el método se aplique a otros “instigadores” contemporáneos de Miguel, como Augusto Pescador, Jesús Poveda, Ramón Pérez Alvarez, Antonio Sequeros, Paco Salinas, los hermanos Gaos, Francisco Pina etc. por el lado digamos izquierdoso, y a otros autores escorados a la derecha como Gabriel Miró, el obispo Almarcha, Adolfo Lizón Gadea, Ramón y Gabriel Sijé, Tomás López Galindo, Pepe Sarget, Joaquín Más Nieves, José Guillén y otros. Conocer, con la complicidad de la actual pléyade creadora local, a nuestra generación anterior, es un doble lujo, por cuanto supone rescatarlos a hombros –voz y pluma- de, si no  los mejores, sí solventes  costaleros.
   Pero creo también que ha llegado el momento de empezar a mirar al presente, si no queremos ser fagocitados por el pasado, y quedar relegados a meras comparsas del mismo.  Basta mirar la nómina –incompleta, por supuesto- de los colaboradores de esta Antología comentada de Carlos Fenoll-  para percatarse del gran momento actual creativo de la generación actual, de sus posibilidades, y de sus frustraciones ante los imponderables para publicar con dignidad.

   Para esta generación, tan prolífica en cantidad y calidad como huérfana a veces de recursos, reclamo el reconocimiento debido y la posibilidad de edición y publicación.  Hay que empezar a invertir la tendencia y, sin desmerecer a los muertos vivientes del pasado, apoyar a los vivos moribundos del presente.  Sin romper con nada, a la autoridad incuestionable del nombre pasado hay que yuxtaponer o interponer –que no oponer- el nombre del creado actual en todas las disciplinas.  Si hasta ahora se ha venido editando preferentemente pasado, es necesario editar presente: o como dice el refrán, plantar entre dos coles del presente, una lechuga del pasado.

   No sé cuánto tiempo ni cómo regirá el Ayuntamiento este equipo de centro-izquierda.  Pero sería deseable que pusiera y dejara ejemplarmente a disposición de los ciudadanos un procedimiento de acceso a la ayuda a la creación en función de la condición única de ciudadano, sin etiqueta alguna, y del valor objetivo de la obra creada, sin cortapisa ideológica alguna.  Sentar un precedente por el que ninguna potencia creadora se humille –para su manifestación tangible- a poder ninguno, se llame este como se llame, o lo ostente quien lo ostente.

   Dicho esto, solo me queda felicitar a cuantos han acometido y realizado esta Antología, inicio de una prometedora Memoria literaria de Orihuela, de un pasado cuyo concepto no tiene por qué fosilizarse en el tiempo.  El grano sembrado está crecido; la espiga recogida es ya presente eucaristía desbordada; la artesa poética –la de Fenoll y la de tantos- ofrece panes como versos, y versos como panes.   La comunión –común unión- del pasado y presente es función de liturgia preferentemente actual.  Si no potenciamos el presente, careceremos de futuro.  Reclamando su presente, yo voto por un espléndido porvenir para los creadores de Oleza.

Tomado del blog:
Muñoz Grau /El portó de Numan