El
día 22 del corriente mes de noviembre, jueves de este otoño placentero,
se presentó en La Lonja una “Antología comentada de Carlos Fenoll” en
edición de José Luis Zerón.
El acto se circunscribe en ese otoño hernandiano ya clásico pero no
rancio. A diferencia de pasadas ediciones, el de este año ha orbitado
en el rescate, a través de su obra, de un hombre y un nombre, Carlos
Fenoll.
Ligado de una forma especial a Miguel Hernández –en opinión de Ramón Pérez Alvarez es su precursor, valedor, y su paño de lágrimas-
la Antología, como indica el término, espiga una serie de poemas -26-
comentados o glosados por otras tantas firmas, significadas y
representativas del mundo literario local en su mayoría, que no
localista. Con este procedimiento, el lector conoce la vida y obra de
Fenoll en tres dimensiones: directamente a través del poeta; por la
impresión subjetiva de la lectura directa; y por la glosa ajena. El
efecto es genuinamente sorprendente y enriquecedor; el resultado, un
Carlos Fenoll casi irreconocible en su generoso e inteligente
reconocimiento.
Particularmente me ha complacido esta
edición. Recuperar el contexto del plantel de nombres y hombres
oriolanos, injertos y asociados en la creación artística y cuyo máximo
exponente reconocemos en Miguel Hernández, era una asignatura
pendiente. Espero y confío que el método se aplique a otros
“instigadores” contemporáneos de Miguel, como Augusto Pescador, Jesús
Poveda, Ramón Pérez Alvarez, Antonio Sequeros, Paco Salinas, los
hermanos Gaos, Francisco Pina etc. por el lado digamos izquierdoso,
y a otros autores escorados a la derecha como Gabriel Miró, el obispo
Almarcha, Adolfo Lizón Gadea, Ramón y Gabriel Sijé, Tomás López Galindo,
Pepe Sarget, Joaquín Más Nieves, José Guillén y otros. Conocer, con la
complicidad de la actual pléyade creadora local, a nuestra generación
anterior, es un doble lujo, por cuanto supone rescatarlos a hombros –voz
y pluma- de, si no los mejores, sí solventes costaleros.
Pero creo también que ha llegado el
momento de empezar a mirar al presente, si no queremos ser fagocitados
por el pasado, y quedar relegados a meras comparsas del mismo. Basta
mirar la nómina –incompleta, por supuesto- de los colaboradores de esta Antología comentada de Carlos Fenoll-
para percatarse del gran momento actual creativo de la generación
actual, de sus posibilidades, y de sus frustraciones ante los
imponderables para publicar con dignidad.
Para esta generación, tan prolífica en
cantidad y calidad como huérfana a veces de recursos, reclamo el
reconocimiento debido y la posibilidad de edición y publicación. Hay
que empezar a invertir la tendencia y, sin desmerecer a los muertos vivientes del pasado, apoyar a los vivos moribundos
del presente. Sin romper con nada, a la autoridad incuestionable del
nombre pasado hay que yuxtaponer o interponer –que no oponer- el nombre
del creado actual en todas las disciplinas. Si hasta ahora se ha venido
editando preferentemente pasado, es necesario editar presente: o como
dice el refrán, plantar entre dos coles del presente, una lechuga del
pasado.
No sé cuánto tiempo ni cómo regirá el
Ayuntamiento este equipo de centro-izquierda. Pero sería deseable que
pusiera y dejara ejemplarmente a disposición de los ciudadanos un
procedimiento de acceso a la ayuda a la creación en función de la
condición única de ciudadano, sin etiqueta alguna, y del valor objetivo
de la obra creada, sin cortapisa ideológica alguna. Sentar un
precedente por el que ninguna potencia creadora se humille –para su
manifestación tangible- a poder ninguno, se llame este como se llame, o
lo ostente quien lo ostente.
Dicho esto, solo me queda felicitar a cuantos han acometido y realizado esta Antología, inicio de una prometedora Memoria literaria de Orihuela,
de un pasado cuyo concepto no tiene por qué fosilizarse en el tiempo.
El grano sembrado está crecido; la espiga recogida es ya presente
eucaristía desbordada; la artesa poética –la de Fenoll y la de tantos-
ofrece panes como versos, y versos como panes. La comunión
–común unión- del pasado y presente es función de liturgia
preferentemente actual. Si no potenciamos el presente, careceremos de
futuro. Reclamando su presente, yo voto por un espléndido porvenir para
los creadores de Oleza.
Tomado del blog:
Muñoz Grau /El portó de Numan
Tomado del blog:
Muñoz Grau /El portó de Numan