Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

lunes, 12 de marzo de 2012

Como un barón de Müchausen cualquiera, por Pérez Álvarez


Por Ramón Perez Álvarez

La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Machado

AL periodista Luis Miravalies,
en el "Pinar de la Rubia" de Valladolid.

Estimado periodista: por la verdad me matan.

A V. le ha engañado miserablemente Efrén Fenoll Felices.
¿A qué años se refiere esa tertulia que él dice que existió? ¿A los años treinta? Esos componentes que él dice que asistían a esa tertulia, ¿no estaban esos años en el servicio militar? Si es así, no estaban por tanto en Orihuela y esa tertulia es una elucubración mental, generada por las mentes calenturientas de Molina, Efrén, al alimón, y a su mayor gloria.

No existió esa tertulia. Jesús estaba por Barcelona, una vez cumplido el servicio militar. Precisamente tengo sobre ello una anécdota que Jesús recordará, ocurrida en la Notaría del notario y novelista López del Hoyo, con el oficial mayor de dicha Notaría, don Daniel Seco. Justino Marín fue a la tahona acompañado por mí y por Jesús en marzo-abril de 1936; ni Paco de Díe ni Adolfo Lizón estuvieron jamás en la tahona y me sobran razones para negarlo; al menos, antes ele la Guerra Civil. Nos queda el Fefo.

Provocado por una carta abierta mía, publicada en Canfali Vega Baja, Jesús contes¬tó negando la existencia, en la que calificaba a Manuel Molina de "batracio". Posteriormente, incitados por José A. Sáez Fernández, de la revista Batarro, de Huercal- Overa/Albox, tanto Josefina Fenoll como Jesús Poveda negaron tajantemente, la existencia de dicha tertulia. Consúltese ambas publicacio
¬nes. Yo la niego, tajantemente, también.
Desde mi intervención en los datos biográficos sobre Miguel, esa tertulia ha quedado desautorizada y aceptado esto por todos los investigadores. Efrén se había quedado sólo con nuestros recuerdos. Se sintió, lastimosamente, protagonista. Jesús estaba en el exilio exterior; Alfredo Serna, en el exilio interior, escondido; Miguel y yo en las cárceles franquistas, ambos condenados a muerte; Justino en un estado psíquico lamentable. Nos queda Carlos, de quien más vale no hablar.
Sus problemas tenían como origen la herencia de la madre de la cual Efrén puede contar mucho.

Dice Efrén, y cito textualmente:
"La tertulia llegó a publicar a imprenta escasos números de una modesta hoja poética que titularon Silbo de poesías, a propuesta de Miguel, experta en toda clase de silbos, incluso para llamar a los pájaros. Con la mayor osadía, propia de la juventud, solicitamos colaboración hasta de Vicente Aleixandre, alegando que sólo disponían de ilusión, y el futuro premio Nobel, siempre tan complaciente con los poetas jóvenes les respondió con un poema que publicaron, encabezado con el título ¿Y no es nadie la ilusión?"

No se pueden decir más mentiras en menos espacio. El poema de Aleixandre me fue remitido a mí, sin petición previa, por intercesión de Miguel. Vino dirigido a mí como Secretario de la revista -véase la biografía sobre Miguel de Jesús-; de la revista se publicaron dos números y se denominó Silbo, sin más añadidos. El lema no lo sugirió Miguel, sino Carlos, gran juanramoniano.
El lema, como se puede ver por la reproducción de la portada del número 1, "¿Y NO ES NADIE LA ILUSIÓN?", es de Juan Ramón Jiménez. Ya Efrén, durante la celebración del homenaje a Miguel en Alicante, desbarró sobre esto, lo que provocó una carta al Director mía, rectificándolo.

Era un caso raro de amnesia, Efrén me ignora. Cuando el profesor Eutimio Martín le visitó en Valladolid para hablar de Miguel, por expresa indicación mía, le preguntó por la tertulia, diciéndole que yo negaba su existencia, Efrén le contestó que yo lo negaba porque yo no había pertenecido a ella. Fue un acto de cobarde mentira.
Efrén en aquellos años era un muchacho espabilado, como buen Fenoll, pero… El no debe olvidar la amistad que nos unió y mi sacrificio asistiendo a una clase de Cultura General en la Academia de don Ramón Carrillo, en la calle Capuchinos. La cultura que hoy debe poseer se la debe a su contacto con la Compañía de Jesús, humillante relación, para quien como Efrén no se había distinguido por sus creencias religiosas.
No cita sin embargo, a pesar de su importancia -seguramente para no tener que citarme-, una visita común, recién salido de la cárcel, a la casa de los padres de Miguel donde estaban Josefina y Elvira, para arreglar sus papeles, que metimos en sobres y entre los cuales están El torero más valiente y la prosa "Calisto" (TAI tragedia de Calisto) hacia los que orienté posteriormente a Agustín Sánchez Vidal, que los publicó. Lo más importante de ese nuestro acceso a aquellos papeles, fue encontrar entre ellos el carné del Partido Comunista de España de Miguel, que entregué a su viuda y que ésta perdió o destruyó de manera infame.
Hay otras "perlas" en su escudo. Por ejemplo:
-El "balastro" de las vías no son los cheroles. Los cheroles son los cantos rodados.
-Cuando dice que "el granadino que iba hasta Alicante pasando por Cartagena". Valiente lección de geografía.
O cuando dice que:
-"Su madre, la tía Elvira, como la llamábamos en la calle de Arriba". La madre de Miguel se llamaba Concepción y le decíamos la "Señora Concheta".
En cuanto al visionado de la película de Norma Shearer, extremo que también contó a Eutimio Martín, yo doy otra versión.
Aquella tarde, fuimos a Hurchillo, a la finca de doña Benilde Linares, llamada "Villazar", donde provistos de una tarjeta de don Fulgencio Ros, el casero nos cogió una cofa de naranjas. Efrén y yo nos comimos 3 ó 4. Miguel se comería 20, 30 ó 40.
Al regreso, merendamos en la taberna de "Facorrate", la célebre ensalada de lirio, a petición de Miguel, que no pudo con ella. Esta anécdota también la utilizó Mohna como propia.
Después nos fuimos a la entrada general del Salón Novedades, donde la entrada nos costó 10 ó 15 céntimos, teniendo como asiento una bancada corrida infame, la película era '"Las vírgenes de Whimpole Street", protagonizada por Charles Lughton, Norma Shearer y Frederich March. Era la vida del matrimonio de Robert Browning y Elisabeth Barret.

Lo del café de "España", sería otro día. O es otro inven¬to de Efrén.
El reloj montes de que habla Efrén, no se ubicaba en la Sierra de Callosa, muy distante para servir de orientación, sino en la de Orihuela. Es la del poema "Reloj rústico", el primer poema de Miguel publicado por Giménez Caballero en su La Gaceta Literaria, durante el primer viaje de Miguel a Madrid en 1931.
La noche de julio de 1936 en que Miguel, en la terraza de la tahona, leyó un acto de El labrador de más aire, fue en plena Guerra Civil ya. Y el velón de cuatro luces que Miguel llevó no se lo trajo (le Toledo: se lo había regalado mi madre aquella mañana.
En cuanto al silencio de la familia Fenoll a la muerte de Miguel no tiene explicación. No sé si estaría aún Josefina en Orihuela. Lo hubiera sentido y expresado. Carlos estaba descentrado. ¿Qué hizo Efrén? Callar. En Orihuela se celebró un homenaje en el "ciprés máximo", en definición de Sijé. Asistieron Justino, Carlos, Antonio García-Molina... No Efrén.
La única verdad que contienen esos artículos hagiográficos de Efrén es la frase de Miguel: "Efrén, ese chico negro que rima con tren". Pero no es para que lo repita tan constan¬temente.
Y le recomiendo que se trate de esa amnesia, tan aguda e interesada.


NOTA
(Publicado en La Lucerna, de Orihuela, año V, nº 33, febrero 1995,pp.33-34)


LA MENTIRAS DE RAMÓN PÉREZ ÁLVAREZ.
Para algunos hernadianos Ramón Pérez Álvarez es como la Biblia, sin embargo, en sus escritos también cometió multitud de errores. Por ejemplo, nos ha equivocado con el dibujo de Miguel Hernández muerto que es de Eusebio de Oca, y no de José María Torregrosa (un abogado de San Juan). Nos ha equivocado con lo de que sacaron el cadáver a hombros una serie de presos amigos y paisanos, para entregarlo a la empresa de pomas fúnebres cuando no es cierto, la dirección no los hubiera autorizado. Murió a la 5.30 horas y salió del Reformatorio a las 18.30 horas. Dice que tenía dos condenas a muerte, cuando tampoco es cierto. Abad Miró ya no estaba preso cuando murió Miguel. Ninguna banda tocó ma marcha fúnebre de Chopin porque no había banda en el Reformatorio solo un cornetín de llamadas: diana, fagina y silencio.
Leer "Las dos muertes de Miguel Hernández" de Santos Escarabajal y Miguel Ángel Nepomuceno, Premio de periodismo Miguel Hernández 2012