martes, 6 de marzo de 2012

NO REPOSES, AMOR

Tú, como el mar, no reposas. Amor.
Si de pronto cesara tu vasto movimiento,
una ola infinita de odio y de terror
cubriría la tierra y la luz del firmamento.

¿Qué infierno, Amor, más grande y pavoroso
que la humana razón, sin tu atadura,
trastocada en un viento impetuoso
devastador, creciente, de locura?

¿Qué patria, qué deber, qué santidad,
qué noble sed de gloria inmarcesible,
qué interna claridad,
qué belleza sería ya posible?

Las alas de los besos no serían
de luz, sino de barro pegajoso;
las flores y los astros se odiarían,
como todo lo puro, lo bello y luminoso.

Ni una conmovedora despedida,
ni un rostro de cristal, fiel y risueño,
ni la miel de una voz enternecida,
ni un canto ni un ensueño.

Ni una mano de luna
resbalando, en caricia, en una frente ardorosa,
ni un aire de canción junto a una cuna,
ni una pisada queda, ni un rezo ante una fosa.
Sólo la garra, sólo la serpiente.

sólo la aguda espina,
la miserable carne solamente
entre aullidos, tinieblas y ruina.

¡No descanses, Amor, en tomo mío!,
aunque seas, a veces, amargo, cruel, violento,
como el mar levantado en un ciego desvarío.
Yo prefiero la muerte a estar vacío
de la fuerza creadora de su aliento.

Revista "Momentos" Semana Santa de Orihuela. 1942

Dedicado en el original a Antonio García Molina